viernes, 17 de enero de 2014

Ejemplos sanos y humanitarios.' Políticos' de verdad



El País.com (España) ‎- hace 9 horas
Miles de refugiados recalan en el país nórdico tras una macabra travesía por una Europa que mira hacia otro lado. 
(para leer este artículo completo en El País clickar    sobre el título "Segunda vida en Suecia")


El ejemplo sueco

15.01.2014 | 01:36

El ejemplo sueco
Suecia tiene un gobierno de centro derecha y liberal, y la oposición es socialdemócrata. Hay un grupo en alza vinculado a la extrema derecha. Todos, excepto este último, han decidido abrir sus puertas a los refugiados sirios, unos 1.300 a la semana. Para arribar al país escandinavo, estos hombres y mujeres que huyen del horror de una guerra civil, necesitan una fortuna y mucha suerte. Suelen llegar al continente en pateras de hasta 150 plazas, por las que pagan unos 12.000euros. Algunos cruzan por España, en concreto por Melilla, pero este país ya no se acuerda de que hace menos de un siglo tuvo refugiados. Y de que México y Chile fueron la Suecia de tantos españoles. El gobierno sueco les da alojamiento y 750 euros mensuales, les enseña el idioma y les concede el derecho a solicitar la residencia permanente. Es el único país de la civilizada Europa que está a la altura del sueño que impulsó la UE. La guerra siria tiene ya 100.000 muertos y 2,5 millones de refugiados. ¿A que esperan los gobiernos y los ciudadanos para reaccionar? ( de Nueva Asturias)

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Sí se puede, cuando se quiere. Ahí está, un gobierno de "derechas", liberal en ideas, pero demostrando que las ideologías económicas son menos importantes que el sentimiento ético de la vida cuando una sociedad está compuesta por individuos lo suficientemente maduros y civilizados como para colocar a los seres humanos por encima de los dineros y sus tejemanejes sin alma. Para abrir las puertas al que sufre y ofrecerle acogida a pesar del mal momento económico que atraviesa la sociedad europea.
Si esta España ppera y vergonzante fuese algo más que una patética "marca", podría estar en niveles parecidos a los de Suecia; pero no es posible por ahora. Los suecos, como la mayoría de Centroeuropa, reformaron sus conciencias en el siglo XVI con la toma de responsabilidad que Lutero puso en marcha en la Europa católica de su tiempo, que, por cierto, dejó de serlo para ser evangélico-cristiana sin mejunjes imperiales añadidos. Cambio que se pudo hacer simplificando y descubriendo raíces limpias en una profundidad antropológica  responsable de sí misma en vez de  basarse en la estructura religiosa del poder y sus trampas. De la hipocresía como modus operandi et negotiandi.

                       

Colocar la conciencia por encima de los credos y de los intereses territoriales-religioso-económicos fue un paso definitivo para la evolución de la Europa del Norte, que abrió un abismo profundo entre la vanguardia y la retaguardia de la civilización occidental. Ahora lo podemos comprobar con los efectos de la crisis económica. En la "zona católica" reina el desconcierto, el caos, la corrupción y la desigualdad. A los refugiados se les recibe con alambradas llenas de cuchillas o son abandonados a su suerte en las pateras o se les deja morir como perros vagabundos, sin papeles, por un catarro que deriva en infección, desatención y muerte. Los ciudadanos del centro y norte de Europa, en cambio, los acogen solidariamente. ¿Por qué será?
La primera objeción de corte "español" será pensar: "Claro, ellos tienen más medios y mejor economía", y la respuesta es: porque no están psicoemocionalmente corrompidos ni han hecho de la hipocresía y la resignación "cristiana"(¿?) su forma de vida. Y porque los presupuestos más altos de sus gobiernos, desde hace cuatro siglos, se han ido invirtiendo en educación, no sólo en "información" y teorías. En educación práctica. En formación de la conciencia con valores empíricos. Ninguno de estos países tiene concordatos con ninguna religión ni, mucho menos, la incluye como asignatura obligatoria a la altura de la filosofía o las lenguas, la geografía, historia o matemáticas. Así se forman ciudadanos libres de dogmatismos y de barbarie psicoemocional, enganchada a una oligarquía política vaticano-dependiente. 

                                                    
La misma "rebeldía" de Enrique VIII de Inglaterra contra el papado, que dio lugar al protestantismo anglicano, no fue sólo una explosión violenta y rabiosa contra el catolicismo como idea, ni una cabezonada para colocar como reina  al pendón de Ana Bolena en el lugar de la pía Catalina de Aragón, la santa esposa bastantes años mayor que el jovencísimo Enrique casado con ella "por razón de estado", sin ni siquiera poderse entender en la misma lengua, sino que fue sobre todo, la reivindicación de la soberanía del poder inglés sometido a los dictados religiosos del Vaticano que condicionaban también las decisiones políticas, las alianzas entre estados y el libre albedrío de la conciencia. Es cierto que hoy resulta anacrónico el papel de "papisa" o de "papa" de la corona inglesa, que está más que desfasado como una fosilización de culto, pero a  la vez, que es el resto arqueológico de una revolución ya innecesaria, resulta además la radiografía descarnada de lo que pretende el poder absoluto a través del tiempo: perpetuarse en el mando y control haciéndose "tradición", incluso "democratizándose" e incardinándose en la raíz de los pueblos para que una "casta", la familia real, los dirija sine die mientras los vampiriza y vive de ellos, que a su vez la consideran algo suyo afectiva y culturalmente, con el factor mítico, controlador y religioso añadido. El anglicanismo es un fenómeno muy de "isla". Las tradiciones, habitualmente,  se diluyen y metabolizan por el contraste de la convivencia multicultural, pero eso en las islas no fluye, la evolución se atasca y toma otros derroteros. Y acaba predominando la tradición, sea en una corona protocolaria y dinástica, como en el caso inglés, sea con una mafia clientelista heredada de los antiguos romanos y convertida en la familia , como ocurre en Sicilia. Es una connotación particular de los ingleses que han ido más lejos aún, y hasta denominan "anglicana", inglesa, a la forma de organizar su relación  con lo trascendente. 
Pero los españoles también tenemos una historia reciente de a-islamiento fanático enredadado entre política y religión donde se mezcló el miedo, el odio, la comodidad y el fatalismo a partes iguales e hizo de España una "isla" de barbare soterrada y silenciada durante cuarenta años.

                                     
                       


Esa imagen de coronas, mitras, báculos, espadas y fajines impuestos "porque sí, porque no puede ser de otro modo", "porque así ha sido siempre" es  una metáfora de lo que ocurre cuando un país se a-isla del resto. Se convierte en "marca" per se. Y pierde la visión objetiva de sí mismo tratando de convertir en virtud y excelencia particular lo que le diferencia del resto, aunque sea matar animales como diversión y "arte" en el caso de España, o aplicar la justicia que le conviene a la clase dirigente y que la iglesia comparte y bendice, aunque sea corromperse como lo más natural e "inteligente", aunque sea pasando por encima de los derechos y la dignidad humana, si eso da dinero o da seguridad obedeciendo preceptos religiosos que desprecian al ser humano e incluso le incitan sádicamente a sufrir "para ganarse el cielo" contra la tacañería de un "dios", que ya resulta mucho peor que cualquier humano evolucionado.

                             

Tanto Martín Lutero como Enrique Tudor  no rompieron con Roma para poder estar con una mujer determinada, que es lo que la "historia sagrada" nos ha venido contando en los libros de "religión" y de su historia manipulada a saco, ése no era el problema, porque todos los reyes de la catolicidad, incluido Fernando de Aragón, el más "católico" de todos, tenían amantes e hijos bastardos para dar y repartir, lo mismo que los clérigos, era cosa de la misma hipocresía tan natural como ahora, y tanto papas como clero, como reyes, se pitorreaban igualmente del santo matribodrio como del virtuoso celibato sa-cerdotal, lo importante para ellos era y siguesiendo "parecer" mucho más que "ser". Si embargo aquellos hombres, Martín y Enrique, -como muchísimos de sus  contemporáneos- eran ya renacentistas de alma, mente y corazón, tenían otra sensibilidad más sutil y perceptiva, más crítica con la aberración institucionalizada, habían asumido los nuevos tiempos y la necesidad de que la honestidad y la coherencia rompiesen con la pesada máscara de la hipocresía que con sus programaciones rígidas y falsamente "seguras" e "infalibles", no deja crecer a las conciencias, ni elegir, ni acertar ni equivocarse por sí mismas, sino que todo funcione, de "misterio en misterio", desde esquemas inducidos e impuestos desde "arriba", impide que el hombre despierte, crezca y evolucione, que deje de necesitar taca-taca, biberón, sonajero y chupete. Pero teniendo en cuenta que las religiones al uso se han especializado en fabricar material infantil hasta degradarse por exceso deformador en terrible pederastia extendida como una plaga, se comprende el terror y el horror vacui que cualquier "protestante" les produce, porque la claridad de la mente y la honestidad de la conciencia son dos aliadas irreductibles e imbatibles ante cualquier tiranía. 
Como muestra aquí va una de las 99 tesis que Lutero colocó en la puerta de la iglesia de Wittemberg en octubre de 1517:  "Hay que enseñar a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias. Porque la caridad crece por la obra de caridad y así el hombre llega a ser mejor"(tesis 44); leyendo ese texto completo que se puede encontrar en pdf, se pone de manifiesto ya en aquella época, la valentía y  la lucidez del nuevo tiempo y de sus retos, algo que fue desechado y perseguido tanto por la iglesia como por el Emperador. Un error gravísimo que aún estamos pagando con desgarradoras crisis sociales, desigualdades inhumanas y barbarie amparada en un falso barniz evangélico con el que se cubren los desconchados y grietas de la mentira oficial que nos gobierna. De quienes filtran el mosquito y se tragan el sapo y el camello.

                                 
                                  
De todos modos, el comportamiento inicial de Enrique VIII, -como le sucedió a Nerón cuando pasó de ser un joven y ejemplar discípulo de Séneca a condenarlo a muerte al verse todopoderoso pero moralmente inferior a su maestro-, se deterioró pronto, cuando su odio fue capaz de aniquilar a hombres como Tomás Moro y a cualquier persona que pusiera en duda su poder absoluto o sus fijaciones y dejó al descubierto que podía ser tan cruel y despiadado como el peor de los Borgia, de los inquisidores o de los emperadores romanos en sus persecuciones. Lo que demuestra que el factor "religioso" es un peligro en manos de seres inmaduros y egocéntricos, que hacen de la religión el estandarte de sus limitaciones y ferocidades. Y cómo la mejor de las intenciones se destruye si no hay una base sana, humilde, inteligente, compasiva y amorosa que la sostenga. Pero seguramente esos bárbaros rompedores sólo abrieron la puerta a otra valoración de la libertad y del libre albedrío.

                             

Donde triunfó el Imperio católico-romano con su  represión inquisidora, la sociedad, mucho más por miedo que por devoción, se quedó en precario por los siglos de los siglos. En cambio, donde triunfó la capacidad para "protestar" y decidir en conciencia, asumiendo la propia responsabilidad, triunfó también el valor para romper tabúes y el respeto al libre albedrío para materializar esas rupturas, crear nuevas realidades más sanas y crecer en ello en civismo y educación ética. En prosperidad, en orden social y en capacidad para valorar el bien común que edifica por encima del bien parcial egocéntrico y destroyer que no deja levantar cabeza en una tortura constante, como Tántalo. 
En las sociedades más libres y prósperas se evita al máximo el  sufrimiento colectivo, sea autóctono o extranjero, porque hay piedad solidaria. En los rebaños-manada, esclavizados y pisoteados por el poder, "gobernar es repartir dolor", como dice Gallardón y lo "natural" es el sufrimiento, la "cruz". Una verdadera blasfemia sado-masoquista, adoradora nada menos que del tormento que un sistema embrutecido y cruel aplicó como "correctivo" fatal al iniciador de toda protesta justa frente al infra-humano opresor político-institucional-religioso, al defensor y maestro del hombre oprimido por esos poderes : Jesús de Nazaret, cuya "marca" ha utilizado y "vendido" el catolicismo para darle la vuelta a su mensaje y montar la misma timba que crucificó al Nazareno. Además de perverso es un proceso degradante y estúpido, con resultados como el que sufrimos ahora, y que ha convertido su prédica en un callejón sin más salida que romper con él libre y responsablemente. Cosa que sí hicieron los protestantes en su momento, aunque la intolerancia y la falta de escucha del Imperio Católico-Romano,  convirtió el proceso que podía haber sido de reflexión y profunda renovación, en una tragedia  fratricida y absurda que asoló Europa en la "guerra de los cien años -ambos bandos decían creer y seguir las mismas directrices de Jesús de Nazaret-, y que todavía duró hasta la reconciliación de las dos Irlandas, en nuestros días. Horrible panorama impensable entre personas que de verdad desean el mismo bien para todos, pero envenenadas por el dogmatismo y el odio que segrega. 
                              
                                     
                            

En su misma soberbia ciega e interesada en su invidencia, el fanático-negociante desconecta los cables entre sus actos y  las consecuencias de estos, que deja cómodamente al pairo de una caprichosa y estrafalaria "voluntad de Dios". O sea, yo me forro acumulando mucho más de lo que necesito y eso hace que tú no tengas donde caerte muerto, porque el que tú te mueras de asco es voluntad del mismo dios que a mí me protege y me colma de bendiciones y rapiñas porque le hago la rosca...O sea, que ese evangelio que trajo Jesús a este mundo es agua de borrajas que yo me bebo cada domingo cuando devotamente voy a misa para no cometer un pecado mortal e ir a los infiernos por simple dejadez ritual, no vaya a ser que la divina voluntad se mosquee conmigo por falta de paripé litúrgico y deje de bendecir mis negocios. 
Ese evangelio fuera de contexto y convertido en zafia superstición fetichista en manos y bocas sacrílegas, es la vacuna que me insensibiliza contra cualquier debilidad y sensiblería que sobrepase los céntimos que le doy al mendigo más limpito y apañado que me encuentre a la salida del templo, sin que me plantee ni por asomo qué estoy haciendo con mi vida y, como consecuencia, con la de mi entorno próximo y remoto.    

                             
                     

Todo este proceso puede ayudar a explicarnos porqué un gobierno europeo de la misma forma aparente que el pp español, hace en Suecia, en Alemania o Finlandia, lo que aquí haría la socialdemocracia más solidaria. ¿Cuál es el secreto? La conciencia, que hasta el sueco, el alemán o el finlandés más conservador tiene despierta por educación ética. Frente a la ausencia de ella, que es el denominador común del nacionalcatolicismo imperante en el gobierno de España y por, desgracia todavía, en los que votan y aprueban algo así.

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