lunes, 20 de enero de 2014

De Conciencia, Justicia, Jueces y Fiscales



Baltasar Garzón acompaña a familiares de las víctimas en un acto para pedir que se investiguen los crímenes del franquismo. / ULY MARTÍN

Garzón pide a las víctimas de ETA que reconozcan a las del franquismo

El exjuez de la Audiencia Nacional denuncia las diferentes “categorías”de víctimas y aconseja a Rajoy que acusa a una exhumación de la guerra civil

Torres-Dulce no deja debatir sobre la memoria histórica

María Fabra Madrid 87
El fiscal ordena retirar un recurso en el Constitucional que pedía sentar doctrina sobre el franquismo.
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Con la Fiscalía hemos topado, Don Baltasar. Una vez más. Hasta el punto de que esto parece un verdadero síndrome que puede denominarse fiscalitis o fiscalosis bloqueante y recurrente. Dependiendo de que la situación de la enfermedad sea considerada puntual o genérica, con brotes agudos o con procesos lentos y degenerativos que no presentan sintomatología alarmante, pero que van a lo suyo en el mismo plan aniquilador de la decencia, de la honestidad y de la coherencia democrática. 
Porque a ver, y digo yo, esto no puede seguir así en el  caso de la memoria histórica a sanear, porque no queda otra si se quiere pasar página y empezar a ser un verdadero estado de derecho y no una revista de Lina Morgan en decúbito supino, es decir, tomable en serio por el resto de países democráticos y sobre todo por nosotros mismos, los españoles. Esto es una vergüenza jurídica, política y social. Una vergüenza moral en todo su esplendor. 

Empezando porque el papel acusador del Juez Garzón, en este caso lo debería tener más que asumido el Fiscal General del Estado que es el "acusica" profesional. Y el Juez limitarse a ser el árbitro que dicta sentencia tras haber investigado a  fondo el proceso. El fiscal debe ser el  especialista en señalar con el dedo los males y barbaridades injustas patrios y patrias, que para eso es la  máxima autoridad fiscal del Estado. Pero no. No sólo no le inmutan los síntomas clarísimos de ese mal que se está haciendo incurable, asumido como lo más natural, igual que la corrupción de las instituciones, un mal menor, sino que curiosamente le animan a inmutarse en sentido contrario, o sea, en sentido ninguneante y justificador del cotarro. Cómplice del silencio de los corderos que forman el "equipo médico habitual" experto en causar enfermedad en vez de curarla adecuadamente. Empezando por el reconocimiento in situ, los análisis, radiografías  y exploración científica de las señales y pruebas ad hoc y terminando con un diagnóstico acertado y saneador. Y que se prolonga en la terapia adecuada, con el tratamiento de luz, focos, bisturí y quirófano si fuese necesario y la dieta pedagógica de una reeducación rehabilitadora de hábitos mentales y emotivos, que se deriva de las ganas de curarse y de normalizarse como organismo sano y libre de riesgos escondidos en torpes tentaciones de volver hacia atrás y recaer en los mismosh malesh de shiempre. 
Sin embargo, no. Este Fiscal, bastante tocho inexpugnable como Torres ante la legalidad y tan Dulce con el ppoder, no lo ve así. Para él eso de la memoria histórica no debe tener significado alguno, lo pasado, pasado, y los que han sufrido durante setenta años la marginación, el arrinconamiento social, la vergüenza de haber tenido un padre, un marido, un hermano o una madre, una esposa o una hermana, rojos o fusilados directamente y desaparecidos en la nada, porque se sospechaba o se sabía que lo eran, o porque simplemente tenían unas tierras o alguna casa interesante o un negocio que funcionaba a pesar del caos y que se podía usurpar impunemente si el dueño no era trigo limpio, o tal vez algo rentable que "ceder" a los esbirros de la patria vencedora, pues ahí quedaron, en la cuneta de la historia, silenciados por la misma barbarie que mató a tiros a sus seres queridos. Mientras los "buenos", sólo porque su idea ganó la guerra, -si la hubiesen perdido serían los "malos" del cuento-, se atribuyen el derecho de discriminar sin justicia ni misericordia a los "del otro lado" de  la monstruosidad convertida en incidencia colateral, sin más importancia.
 Ante tal estado de cosas, el Fiscal General en vez de "acusar" y reclamar justicia cuando ya la libertad de conciencia y la Ley deberían permitirlo, le da la vuelta a la toga y se convierte en el defensor de la opacidad, del tugurio leguleyo, de las bambalinas de la cutrez institucional. A él, esa señoría emblemática, esas cosas tan tontas le resbalan y le incomodan al mismo tiempo. Puede que por su saga personal y familiar, o puede que, agradecido, para no incomodar con chorradas sin mayor importcancia al poder que lo ha nombrado para tan relevante función pública.

Sea como sea, el caso es que el señor Torres-Dulce no ejerce la función adecuada a los fiscales, sino que como Horrach, se dedica a bloquer situaciones cuya solución implicaría un serio compromiso con la Justicia y la Ética, pero como ya avanzó no hace mucho alguna otra "señoría" fiscalizadora en versión benevolente de aleluyas al poder, la Justicia y la Ética en este Estado Español de derechos torcidos y jurisprudencia al servicio de la prebenda, no tienen nada que ver la una con la otra. ¡Toma castaña con la justicia al revés y antisistema!

Por todo este bochornoso estado de la Nación, no tengo otro remedio, Don Baltasar, mientras tropezamos con la fiscalitis de turno una vez más, que agradecerle infinitamente que siga siendo el representante más vivo y paradigmático de la Justicia Histórica en España, y que a pesar de esta turbia  juecifobia, de esta negrura de túnel político-gestor, sin luces al fondo, siga usía predicando con el ejemplo y sin que nada le detenga, que se puede conseguir entre todos Un mundo sin miedo. Bendito sea usted, más señoría que nunca, Don Baltasar Garzón. Ah, y no se preocupe porque se hayan perdido los papeles de su indulto/insulto en manos de quienes son verdaderos papeles perdidos e insultos antropológicos flotantes por propia decisión y denigrante incapacidad; con ese extravío sólo confirman lo que son : inútiles e irrelevantes esbirros del enjuague y de la cutrez más impresentable, cuyo veredicto sobre usted es, con perdón, una gilipollez sin consistencia alguna. Toda acusación y veredicto condenatorio que provengan de las cloacas del poder, además de ser una denuncia evidente de la inmundicia de sus expendedores, se convierten en  un premio y una medalla al mérito humano extraordinario para los ejemplares "condenados" por tan deleznable justicia(¿?). ¿Podrían haberle dado una sentencia justa Franco, Hitler, Mussolini, Stalin, Idi Amín, Pinochet o Videla si le hubiesen sometido a tal juicio? Pues eso, Don Baltasar. Hay absoluciones  e indultos que son mucho más vergonzosos que la condena de unos delincuentes corruptos contra un juez honrado. Enhorabuena por esa idea magnífica de que las víctimas de ETA reconozcan a las del franquismo. No imagino otra reconciliación más hermosa y justa. Ni otra más digna clausura del horror histórico e histérico de nuestra Eshpaña deshcuajaringada ppor lo de shiemppre.

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