sábado, 30 de marzo de 2013

J.J Millás



 “No puedo agradecerle su comparecencia porque si bien lo que ha declarado es su verdad, su declaración me parece poco creíble”. Son las delicadas palabras del juez José Castro, que lleva el caso Urdangarin,al conde de Fontanao, asesor legal de la Casa del Rey. Rebobinemos: “Si bien lo que usted ha declarado es su verdad…”. “Su verdad”, no se lo pierdan, la verdad de un testigo de un caso de corrupción que tiene a España en vilo. Pero las verdades, nos preguntamos, ¿dónde se adquieren?, ¿en la tienda de chinos de la esquina, en las boutiques de Marbella, o en establecimientos de confección de verdades a medida? Me hace usted una verdad a la altura de la Casa del Rey, que tengo que declarar como testigo en el caso de su yerno, un presunto chorizo de armas tomar.
Olvídense, amigos, de las verdades objetivas, aquellas que permitían la vida en común y gracias a las cuales consensuábamos cuándo era miércoles y cuándo eran las 12. Esas verdades quedan para las clases medias y bajas. Si usted no paga la hipoteca porque el banco le ha robado el dinero ahorrado para ese fin, usted es un moroso y debe sufrir por ello, y no solo usted, también sus hijos, por lo que mañana mismo lo ponemos en la calle. Pero dejarme en la calle con una esposa en paro y un bebé de ocho meses, ¿no es una forma de violencia atroz?, pregunta usted. No señor, dice el otro, violencia es que usted proteste frente a la casa del banquero ladrón. Pues esa no es mi verdad, insiste usted. Como si usted, replica el otro, pudiera disponer de una verdad propia, ¿no se da cuenta de que es usted un tirado, de que usted es chusma, clase baja, y debe conformarse con una verdad objetiva? Pero el conde de Fontanao, protesta usted… Al conde de Fontanao, concluye el otro, le hacemos las verdades a medida, que para eso es conde y asesor legal de la Casa del Rey.

Comentario:
Sí, verdades a medida de cada indecencia, según sean las dimensiones volumétricas del mentirologio personificado, en la sastrería declaratoria del prêt-a-porter; en ese corte y confección al estilo Camps, por ejemplo, que eso de los trajes y las trolas lo lleva de lujo, a juzgar por los veredictos de su juzgado más popular que ninguno.  Popular del todo.
Hay que ver como tienen que hacer filigranas y encajes de Almagro los jueces que desean ser justos: Además de buscar e investigar la verdad en medio de una jungla cargada de fieras salvajes, deben esforzarse en ser delicados con la fauna de la región selvática, para no irritar tan delicadas y tiquismiquis sensibilidades. Es un contrasentido muy propio de los tiranos, ése de ofenderse por minucias y vocablos indecuados (según ellos, claro está) mientras ejercen su fuerza y su opresión sobre los más indefensos. Es mucho más grave para un tirano que alguien le llame tirano, que promulgar leyes horrendas que arruinan al prójimo y enriquecen los bolsillos caciquiles.  El "que se jodan" de mistress Fabra, por ejemplo no es una ofensa, sino una travesura de neodiputada; pero el comentario de Ada Colau en el Congreso, cuando afirmó que le hubiese gustado tirar un zapato al banquero informador de "su verdad", mereció un rapapolvo severísimo y amenazante. Les pierde el protocolo; el protocolo sui generis, por supuesto. Ese protocolo prêt-a-porter como la "buena educación", que consiste en disfrazar con palabras oficiales y enrevesadas, que parecen inocuas, los hechos, decretos y leyes más injustos y lacerantes. A las señorías de toda laya y a los señoritos del tinglado tiranuelo les suele ofender el envoltorio, la forma...pero les traen sin cuidado los contenidos y el fondo de los asuntos. Quizás porque el barniz del glamour no da para más y no se enteran de que una "delicadeza" forzada para poder dirigirse a ellos sólo demuestra su miedo a enfrentarse a "su verdad" y su incapacidad para relacionar causas y efectos, irresponsabilidades y consecuencias, torpezas indecentes y caos político-social. Por eso necesitan cobijarse en el chiringuito de "su verdad". Del subjetivismo atávico que incapacita absolutamente las entendederas. Aman la "sinceridad", pero la confunden con el cinismo. Una cosa es ser "sincero" con la propia verdad, que tantas veces es una falacia objetivamente, y otra muy distinta es ser veraz. Objetivo. Capaz de reconocer, sin excusas, el propio error, en beneficio de la verdad real que es un bien para todos, hasta para el  mismo infractor. La mejor ganancia es tener un conocimiento real de uno mismo, de los aciertos, los fallos, los fracasos y los logros mejores.  Una sociedad donde triunfan quienes mejor se escaquean de la verdad en beneficio de "su verdad a medida" de la prótesis ortopédica de una mentira constante y miserable, es una ruina en todos los sentidos.
Es una "sutileza" imprescindible que deberían enseñarnos en la escuela y en casa. Cuando no es asi, es practicamente imposible que se adquiera durante el resto de la vida una actitud más elevada  y una ética nueva. Y por eso esta sociedad es una perenne mascarada de verdades a medida de cada trola consensuada.

jueves, 28 de marzo de 2013

Reflexión importante


El conflicto, la democracia y la violencia

por Luis García Montero


 La violencia es una consecuencia del conflicto. Pero cuando la violencia se apodera de las calles y de las relaciones sociales, no estamos sólo ante un conflicto, sino también ante la incapacidad de solucionar los problemas a través de cauces democráticos. La ley, los jueces, el parlamento, las mesas de diálogo, los convenios colectivos y el simple pudor son formas cívicas que procuran reconocer el conflicto y solucionarlo con mecanismos civilizados.
El Partido Popular se queja de que sus militantes y sus cargos públicos sienten la presión de la ciudadanía. Más que presión empieza a advertirse un desprecio generalizado y una crispación cada vez más aguda ante todo lo que significa el PP, sus intereses, sus formas de actuar y su alianza con unos poderes económicos que están empobreciendo a la sociedad española. No es extraño: el PP echa leña al fuego y alimenta el conflicto de un modo irresponsable al mismo tiempo que cancela los cauces democráticos.
El distanciamiento entre los altos ejecutivos de una empresa y los trabajadores ha sido una de las prácticas calculadas de la economía neoliberal. Resultaba necesario cortar de raíz cualquier sentimiento de unidad para introducir la crueldad como códigos de comportamiento. La solidaridad de los colectivos humanos, incluso en los proyectos de carácter económico, está fuera de razón cuando se quiere explotar, usar y tirar a la gente en nombre de los beneficios. Los grandes sueldos de los ejecutivos, la firma de indemnizaciones millonarias para las cúpulas y la deslocalización de los centros de poder han servido para establecer una distancia tajante entre los intereses directivos y los trabajadores. Donde no existen vínculos sólo es posible la insolidaridad. Nadie puede tener mala conciencia al aplicar un recorte, una degradación de derechos laborales o un despido multitudinario. No hay que mirar a los ojos.
Mecanismos muy parecidos se reproducen entre las cúpulas de las organizaciones políticas y sus militantes o su electorado. El PP, desde luego, se lleva hoy todo el protagonismo en esta dinámica. La cancelación de los cauces democráticos para solucionar injusticias acentúa los conflictos. La estrategia más evidente es la práctica oficial de la mentira. Sin ningún pudor, los portavoces del PP callan o mienten a propósito de las cuestiones más turbias con las que se enfrentan. La mentira evita la obligación de asumir responsabilidades políticas concretas, pero no impide el descrédito generalizado de unas siglas. La cúpula se salva a costa de dejar entre la basura a sus militantes y de ensuciar de forma grave la convivencia parlamentaria. Una mentira impuesta es una forma más de gobernar por decreto.
Hay también, junto a la mentira, otras estrategias. La cancelación de los cauces democráticos ha tenido especial importancia en la manipulación de la justicia, en la represión policial y en la obstaculización de mecanismos fundamentales para la democracia económica como los convenios colectivos. En vez establecer marcos de diálogos necesario entre empresarios y trabajadores, se impone la lógica del ordeno y mando de los poderosos. En vez respetar y defender a los ciudadanos, se reprime y se criminaliza a los que defienden sus derechos. Y en vez de asegurar la independencia judicial, se presiona para evitar una investigación rigurosa. El miedo del PP a que el juez Bermúdez investigara las actuaciones de su tesorero Bárcenas ha sido un buen ejemplo del estado de nuestra justicia, tan llena de aristas, rencores y deudas. Se trata de un juez conservador, aupado por la derecha en su carrera. Pero la derecha no se sintió cómoda —y es que hay límites de indecencia para todo— con su actuación en el juicio sobre el 11-M. Por eso se comportó de manera poco generosa con él a la hora de seguir apoyándolo. Consciente de sus maniobras, el PP intuyó el enfado del juez y se llenó de nervios cuando el caso Bárcenas llegó a sus manos.
El Gobierno empobrece a la población, degrada la vida laboral, desmantela la sanidad y la educación pública, es decir, crea conflictos graves. Y al mismo tiempo  obstaculiza la solución democrática de los problemas. Es una inercia temeraria que favorece los brotes de violencia. Lo vamos a sufrir más pronto que tarde. También es un modo de condenar a sus votantes y a sus militantes a un desprecio público generalizado. La cúpula del PP es la responsable de que hoy en España no parezca decente ser del PP. Resulta muy difícil compatibilizar la corrupción y la avaricia de unos pocos con el empobrecimiento pacífico de la inmensa mayoría.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Forcades-Gabilondo, menudo tandem!

Hoy me asomo a las noticias y me encuentro el video de Iñaki y su metáfora diaria, tratando de desenredar los barullos mentales de un Rajoy interestelar que busca la cuadratura cúbica  de la esfera y la entrevista a Teresa Forcades, el periodista con una decencia tan molesta como imprescindible y la monja anómala; tanto que cuando la lees o la escuchas en una de sus conferencias, lo primero que se te ocurriría preguntarle es aquello de "Pero ¿qué hace una chica como tú en un sitio como ése?" Es algo que siempre también se me ocurre ante Ernesto Cardenal o Enrique de Castro, por ejemplo.
Se comprende que la fe en la iglesia, para los católicos, es un hecho que no admite objeciones, pero resulta "cognitivamente" extraño que personas tan despiertas sigan aferradas incondicionalmente a una institución tan enmarañada y corrompida, como si fuese una tabla de salvación única. Podría comprender que esa fe la depositasen en Dios, en la experiencia que se pueda tener de Él mediante la cercanía de Jesús de Nazareth y lo poco que ha quedado en limpio escrito sobre él, en los evangelios, revelaciones y cartas posteriores, porque se ha sentido la conexión interior y se ha convertido en un vínculo fraternal con la humanidad, y ese vínculo te lleve a darlo todo por el bien común, en cualquier tiempo y espacio en los que te muevas, viviendo al estilo amoroso y compasivo que el Nazareno demostró como el modo de vida necesario para crecer, evolucionar y ser felices en medio de un mundo, al que no se puede pertenecer del todo sin destrozarse por dentro y por fuera.

Pero ceñirse a una antología del disparate, donde todo es tradición rancia y repetitiva, cultología teo-ilógica, machismo, fanatismo, cinismo teocrático, anacronismo evolutivo y enfermedad cratogénica (porque el aire que se respira está enfermo de "poderosis" idiopática) se me hace como una especie de galimatías desgalichado entre entendederas inentendibles.

Se puede amar al prójimo como a uno mismo, se puede amar a las personas frente a frente, amigos o enemigos se hacen uno cuando las miras y las reconoces como iguales a uno mismo, pero ¿cómo se puede amar a una iglesia despersonalizada, diluída en una plastilina informe, como el universo de la nada antes de la creación, escurridiza y siempre barriendo para sí misma? ¿como se ama a un partido político? ¿como se ama a un equipo de fútbol o a una peña festera o a un falla valenciana? ¿como se "ama" a los paisanos o a los compatriotas?, igual que se lee o se escucha en prensa "Ha habido una catástrofe en Panchilindia, afortunadmente no hay españoles entre las víctimas"? Supongo que es el mismo tipo de "amor" -por usar la palabra eufemísticamente-. Amor de grey. De rebaño. De lista de beneficiados por una "savación" que nada tiene que ver con el mensaje inicial que era cualquier cosa, menos sectario.

¿Hasta qué punto el miedo a perder la marca de la gandería - o sea, la identidad atribuída que concede la pertenencia a alguien o a algo- puede conducirnos a la complicidad con la aberración? ¿Hasta qué punto la costumbre y la tradición, aunque estén llenas de disparates, atan y encadenan las mentes, la sensibilidad y el alma de los humanos, hasta llegar a convertirlos en verdaderos rebaños ovinos o porcinos en tantos casos?

Personas que trabajan a favor de los derechos humanos y a favor de la justicia, como predican las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña, se someten a votos de obediencia en una institución que transgrede constantemente esos derechos y esa justicia desde su misma base representativa, donde hasta un papa -por cierto jefe de un estado pontificio y un cacique universal de conciencias asustadas o /y dormidas-, debe dimitir por presiones, guarradas, connivencias y chantajes...un sistema capaz de pasar el mensaje evangélico por los innobles recortes de las cruzadas, la inquisición y las guerras "justas" y los paseos bajo palio de los dictadores y los silencios cómplices ante el nazismo y el eterminio sistemático de seres humanos en las guerras-negocio, hambrunas y masacres, mientras el jerarca se pasea en papamóvil y da la comunión a monstruos genocidas, eso sí, bautizados y muy devotos.

Todo este  movidón me deja por completo al margen de fumatas y de sfumati vaticaneschi. Impide que me interese lo más mínimo por esas historias irrelevantes y más propias de un programa de cotilleo que de una sociedad seria y ocupada en remontar los baches y sanar las heridas históricas que ese modo de entender la "vida espiritual" ha desencadenado en la humanidad desde hace tantos imperios y milenios, que se nos ha perdido la capacidad de reaccionar ante la barbarie camuflada de religiosidad gregaria y por eso, personas lúcidas y válidas en tantos aspectos, siguen abducidas por ese agujero negro del miedo al más allá y la trituración bedecida y rentable en el más acá. Seducidas por el baile de máscaras que se camufla de liturgia, salvavidas emocional-beato y rutinas obsoletas y vacías, donde precisamente Dios y el hombre, su único sagrario viviente, importan un comino.
Lo dicho, Teresa Forcades & company, ¿qué hacen unos chicos/as como algunos de vosotros los católicos militantes, en un antro como ése?  

Las cosas del poder, que no puede, ni sabe por donde anda

EL PAÍS TV

iñaki gabilondo

A la guerra con tirachinas

El plan de empleo juvenil presentado por Rajoy ha pasado inadvertido en los medios porque su dotación económica lo hace irrelevante

Teresa Forcades. Una voz imprescindible para un momento crucial

"Más que el Cónclave, lo importante es una renovación radical de la Iglesia"

Esther Vivas entrevista a Teresa Forcades, la mediática monja benedictina que desmonta los mitos del capitalismo y también de la Iglesia católica 

ESTHER VIVAS Barcelona 13/03/2013 11:15 Actualizado: 13/03/2013 13:17
 
La religiosa Teresa Forcades, durante una rueda de prensa.

La religiosa Teresa Forcades, durante una rueda de prensa.

Presentar a Teresa Forcades resulta complicado. Podríamos decir que es monja benedictina, citar su currículum, que es doctora en teología y medicina, pero nos quedaríamos cortos. Teresa Forcades es mucho más que todo esto. Es una monja que rompe moldes. Muchos la conocieron cuando denunció los intereses de la industria farmacéutica tras la vacuna de la Gripe A. Tiempo después ocupó de nuevo las pantallas y las páginas de los medios de comunicación catalanes llamando a una huelga general indefinida y desmontando los mitos del capitalismo. Se ha pronunciado siempre en defensa de aquellos que el sistema criminaliza y persigue.
En sus charlas, ya sea ocupando una plaza, el hall de un hospital, en un teatro o en una sala de actos, centenares de personas, de todas las edades y perfiles sociales, esperan escuchar a la monja que dice las cosas por su nombre. Teresa Forcades ha conseguido que hoy hablar de anticapitalismo sea mucho más fácil. Y el monasterio de Sant Benet, en Montserrat, donde habita junto con otras 40 hermanas, se ha convertido en una puerta abierta a los que sueñan, luchan y no se resignan. Hablamos con ella con la excusa del Cónclave papal, para conocer qué defiende una monja siempre leal con los de abajo.
Esther Vivas. Estos días el foco mediático está puesto en el Cónclave que tiene lugar en el Vaticano para elegir un nuevo Papa. ¿Hay razones para que este tema sea noticia como lo es?
Teresa Forcades. Por una parte está justificado debido al impacto que tiene la Iglesia católica romana y la cantidad de gente que a nivel internacional forma parte de ella, pero no me parece adecuado el contenido de estas informaciones. Se habla de los detalles del Cónclave, de quién saldrá elegido. Cuestiones que en sí no son relevantes comparadas con la necesidad que tiene esta institución de una renovación radical, que visibilice, por ejemplo, la total falta de representatividad de las mujeres. Éste sí es un tema que creo merece un titular en la prensa internacional. Y no sólo el tema de las mujeres sino el cómo se toman las decisiones, cómo en la Iglesia católica hay un movimiento que se está organizando desde la base... Y los grandes medios de comunicación no están reflejando esta realidad plural.
EV. Entonces, ¿qué hacer?
TF. Me gustaría citar a la teóloga Mary Hunt, que propone que en la Iglesia católica tendríamos que hacer lo que se les enseña a los niños pequeños antes de cruzar la calle: primero párate, luego mira y después escucha. Y ella lo que propone es parar el proceso y que no se elija a un nuevo Papa, porque el proceso está desfasado. La manera en cómo se realiza no corresponde ni a los signos de los tiempos y ni a la demanda que nace desde el corazón de la institución. Creo que es una propuesta interesante: parar y luego mirar. Mirar cuál es la realidad de esta iglesia, que por una parte envejece y por la otra crece en zonas con poca representación en la toma de decisiones, qué pasa con el tema de las mujeres, qué pasa con el clericalismo. Mirar y luego escuchar. Y este escuchar implicaría establecer los mecanismos para que esta voz de las comunidades de base tuviera un peso en la toma de decisiones.
EV. Una de las limitaciones más claras de la Iglesia católica, como dice, es el papel subalterno que da a la mujer. Una mujer no puede dar la comunión, ser sacerdote, obispo, cardenal ni Papa. Al mismo tiempo, ha habido una ofensiva clara por una parte significativa de la Iglesia contra los derechos sexuales y reproductivos. Visto lo visto, ¿se puede ser monja y feminista?
TF. Se puede y además no soy la única. Antes ya he hablado de Mary Hunt, ella no es monja pero sí es teóloga de la Iglesia católica y feminista. Y hay diversos movimientos de teología feminista dentro la Iglesia.
EV. Y, ¿qué feminismo reivindica?
TF. El feminismo para mí es el planteamiento de la igualdad sin paliativos. El orden patriarcal es el orden que varones y mujeres juntos hemos construido y que estamos apoyando en la medida en que en nuestra vida adulta vivimos en continuidad con el proceso de subjetivación infantil. Y, ¿cuál es este proceso de subjetivación infantil? Es el que determina mi identidad personal y sexual en relación a la figura materna. La niña se identifica con la madre y el niño se distancia. Y en la vida adulta, hay mujeres que aún seguimos pensándonos como cuidadoras o como madres en general, no por el hecho de serlo o no, sino por sentir esa responsabilidad emocional hacia los demás. Mientras, los varones, que viven en continuidad con su patrón de subjetivación infantil, se siguen considerando, como adultos, como aquellos que son cuidados. Aquí es donde yo encuentro un fundamento que me ayuda a entender por qué la gran mayoría de órdenes sociales han respondido a un patrón patriarcal, donde las mujeres por el hecho de serlo se les ha privado de algo, ya sea representatividad política, religiosa o profesional. El reto es subjetivarse en la vida adulta sin referencia a la figura materna, esto es, atreverse a habitar el espacio inédito y original que me constituye como pieza única, superando toda etiqueta, incluidas las de género. 
EV. Así como en Grecia suman ya 29 huelgas generales desde que estalló la crisis, aquí los sindicatos mayoritarios acostumbran a pensárselo y mucho antes de convocar una. Usted, hace unos meses, hzo un llamamiento a "una huelga general indefinida". ¿Por qué?
TF. Exacto. Para mí el adjetivo fundamental es "indefinida". Ha llegado el momento ya no del análisis sino de la acción y de una acción que sea transformadora, no sólo simbólica. En Catalunya, la presente crisis ha situado a un 12% de la población en la miseria y en la pobreza extrema, según datos del Informe INSOCAT de enero del 2013. Se trata de personas que si no van a hacer cola en alguna parte no comen. Y a este 12% se le tiene que añadir el 18% de pobreza, de personas que tienen dificultades para llegar a final de mes. Entonces, si sumamos el 12% y el 18% nos da un 30%, que cumple la profecía maldita de Margaret Thatcher cuando nos hablaba de la sociedad de los dos tercios. Es decir, que para gobernar con éxito se debe de ignorar a un tercio de la población, sacrificarle, porque no es necesario para ganar las elecciones, y así se estabiliza la sociedad. Y en Catalunya esto es una realidad. Además, la pobreza ha aumentado sobre todo en las familias con niños pequeños.
Por lo tanto, esto significa que ha llegado el momento de la acción pero no de una acción simbólica sino de una acción contundente. Y el objetivo de la huelga general indefinida es el de hacer caer al Gobierno, un Gobierno que en lugar de gobernar en favor de los intereses mayoritarios y de las necesidades reales objetivas de la población gobierna en contra de estos intereses y a favor de unas minorías. Y tenemos suficientes datos concretos, como el rescate de la banca, lo que ocurre con los bancos que tienen pisos en propiedad y desahucian a la gente y tantos otros, que deslegitiman a este gobierno.
Y ésta es mi propuesta: organizarnos para una huelga general indefinida, derrocar al Gobierno y, entonces, abrir un período constituyente. No se trata solamente de derrocar a este Gobierno, a este partido, porque el problema es el sistema en sí, el sistema en el que nos encontramos tanto a nivel socio-económico y, también, político. Y para cambiar de raíz este sistema tan desigualitario es necesario un proceso constituyente, el órgano adecuado en democracia.
EV. Sí. Lo ha dicho más de una vez: "La Constitución está hecha por el pueblo. Y si tiene valor es porque refleja la voluntad del pueblo". Esto, evidentemente, hoy no pasa. La Constitución, como la democracia, está al servicio del capital. ¿Cómo empezar, pues, una dinámica de procesos constituyentes en el Estado español? ¿Cómo se hace?
TF. Lo que tiene el proceso constituyente es que a lo largo de la historia se ha hecho de muchas maneras pero hoy en día es imposible pensarlo de arriba abajo. No se trata de reunir a los máximos expertos y que hagan la súper propuesta que luego el pueblo tiene que ratificar sino que se trata de un cambio de paradigma, de modelo, que solamente es posible con la participación de la gente. Por lo tanto, el punto fundamental para mí es ese recuperar la subjetividad política. Esa capacidad política de intervenir y responsabilizarse por la calidad de nuestras relaciones sociales, de nuestro vivir conjunto. Y eso requerirá de una organización desde la base, con asambleas sectoriales, que luego pueden desembocar, en su momento, en un proceso constituyente convocado quizá por una candidatura que pueda ganar una mayoría social con este proyecto.
EV. Le hemos visto al lado de la revista CafèambLlet condenada injustamente por denunciar la corrupción y el "negocio" de la sociovergencia en la sanidad pública catalana. Has estado también ocupando el hall del hospital Sant Pau. Te has solidarizado con Enric Durán, perseguido por la justicia por "estafar" a quienes nos roban, la banca. Has estado, también, al lado de los huelguistas de hambre de Telefónica.
TF. La estrategia de cambio para que sea sólida tiene que ser profunda y a largo plazo, pero mientras hay unas urgencias sociales a las cuales no se puede dar la espalda y que implican una movilización inmediata. En Catalunya, la revista CafèambLlet ha destapado el caso de corrupción más importante en la historia de la administración catalana y se les ha silenciado, se les ha incluso abierto un proceso judicial y se les ha condenado a pagar una multa de diez mil euros. Me ha parecido que apoyarles era fundamental. Luego está el caso de Telefónica con esos despidos improcedentes. Tenemos que cambiar el marco en que esto se produce, pero ahora mismo hay gente en la calle que tiene esta lucha abierta y me parece necesario darles apoyo. Y lo mismo con las privatizaciones de la sanidad y con los recortes. Ésta sería la lucha de la asamblea del Hospital de Sant Pau y de tantos otros hospitales. Es necesario compaginar esa estrategia a largo plazo con la presión a corto plazo para que no se cierre un ambulatorio, no se apliquen recortes.
EV. Mucha gente te empezó a conocer a raíz del vídeo "Campanas por la Gripe A", colgado en Internet y que llegó a centenares de miles de visitas, y donde denunciabas los intereses económicos tras la vacunación por la Gripe A. Ahora vuelves a señalar a las farmacéuticas en un trabajo exhaustivo que has realizado sobre los efectos secundarios tan negativos de la vacuna del Virus del Papiloma Humano (VPH).
TF. La vacuna del VPH tiene un perfil riesgo/beneficio desfavorable. Es decir, que resulta una contradicción, a nivel científico, recomendarla. Y esto es lo que está haciendo la Administración. Éste es un mensaje que a mí me gustaría que recibieran todos los padres y madres que, en definitiva, son los responsables de decir si su hija se vacuna o no. Y es importante señalar, como explico en un documento con las debidas referencias científicas y en un vídeo, que la vacuna no ha demostrado su eficacia y, en cambio, hay posibilidad, aunque sea en un porcentaje de casos bajos, de efectos secundarios gravísimos, incluida la muerte. En el Estado español, ha habido un caso, en Asturias, donde esto ha ocurrido, una chica de 13 años que ya nadie la devuelve a sus padres ni a la vida.
EV. ¿Nos quieren enfermos?
TF. El mundo está organizado alrededor de intereses económicos . Ya lo dice el Evangelio: "No se puede servir a dos señores, no se puede servir a Dios y al dinero". No creo que haya gente que necesariamente nos quiera enfermos, pero sí que hay gente que quiere hacer negocio y cuanto más mejor. Si estar sanos fuese negocio, nos querrían sanos; que estar enfermos es negocio, pues, sí, nos quieren enfermos. Que la guerra es negocio, entonces, se pasa por delante de las consideraciones morales y se impulsa la guerra.
EV. Has hecho afirmaciones contra la banca, las farmacéuticas, el gobierno... Alguna vez no te han dicho eso de: "¿Por qué no te callas?". ¿Te han intentado silenciar? ¿Ha tenido consecuencias para ti y tu comunidad?
TF. Sí. En el momento en que he dicho, por ejemplo, que no quiero una Catalunya independiente financiada por La Caixa. Cuando mi comunidad ha necesitado un crédito para unas obras que queríamos hacer, pues, parece que esto ha tenido consecuencias negativas en cuanto que no sea posible obtenerlo. También es conocido que Marina Geli, consejera de Sanidad de la Generalitat, durante la campaña de la Gripe A, llamó al abad de Montserrat para decirle si podía conseguir que yo me callara. El abad llamó a la abadesa, la abadesa me llamó a mí, pero estas llamadas, del abad y la abadesa, no fueron de orden sino que fueron de decir... mira, bueno, ha pasado esto. La comunidad dejó la decisión en mis manos y yo decidí continuar. Otra consecuencia fue en unas jornadas de medicina preventiva en Cartagena, en el 2010, que me invitaron y cuando llegué, me informaron de que si el Congreso y su Comité Científico desearan invitarme al año siguiente esto no sería posible porque al saber que yo iba a hablar en esas jornadas dos compañías farmacéuticas, Sanofi-Aventis y GlaxoSmithKlein, retiraron su financiación.
EV. A veces se dice que el miedo ha empezado a cambiar de bando. Que la gente ha perdido, en parte el miedo, y se ocupan plazas, bancos, viviendas vacías. La gente se indigna, se rebela y desobedece. Pero aún mucha gente tiene miedo sobre todo a perder el trabajo, a no poder pagar la hipoteca, a que la echen de su casa? ¿Hay que vencer el miedo?
TF. Hay que tener más miedo a no hacer nada. El miedo de que si no hacemos nada la situación actual nos empuja, nos lanza a la miseria, tanto si abres la boca como si no. Yo creo que esta conciencia de que si no actuamos nos va a ir muy mal es importante. Miedo a que no actuar sea en negativo. Y, por lo tanto, sumarse a esta voluntad de cambio social, prepararnos a fondo para este cambio. Porque este cambio no solamente es posible sino que es mucho más favorable de lo que quizás algunas personas ahora imaginan. Un cambio sólido y favorable para los intereses de la mayoría.
Este sistema, citando la Biblia, es "un gigante con los pies de barro". Y así ha sido siempre. Impresiona, tiene apariencia, pero no tiene solidez. Por eso, a lo largo de la historia no ha habido suficiente con la fuerza policial, represora, militar, para evitar el cambio social. Siempre ha sido necesario un segundo factor que podemos llamar ideológico. El factor ideológico ha sido, precisamente, el convencimiento de la mayoría de que el cambio o bien no era posible o que nos saldría más caro que no decir nada. Siempre, a lo largo de la historia, ha habido momentos en que este factor ideológico se ha debilitado suficientemente como para que se produjeran dichos cambios. Y estoy hablando desde la Revolución francesa, a la consecución del sufragio universal. Todos los derechos adquiridos han pasado por una toma de conciencia de que ese miedo al cambio correspondía a unos intereses creados y no a una realidad objetiva. El cambio es posible.
EV. Manos a la obra.

jueves, 7 de marzo de 2013

Sobre Chávez. Del poeta y su conciencia

Nuestros demócratas y Chávez. ¿Por qué no se callan?

por Luis García Montero


 
No quiero hablar de Hugo Chávez. Ya son muchos los artículos publicados a raíz de su muerte y es previsible que aparezcan muchos más. Se seguirá hablando durante años de su figura histórica y de su significado en la política latinoamericana. Así son las cosas.
Prefiero escribir sobre la sensación de vergüenza ajena que me han despertado algunos comentarios 
paternalistas sobre Chávez, Venezuela y el futuro inmediato. En nombre de la Democracia, políticos españoles importantes han deseado una transición pacífica para la sociedad venezolana después de la muerte de su líder carismático. ¿En nombre de la Democracia? ¿Pero en qué país se creen que viven estos paladines de la cultura occidental que critican a Chávez de forma abierta o le perdonan la vida de manera piadosa ahora que está muerto?
Si hablamos del presente, no entiendo que un país marcado por la corrupción y gobernado por un partido bajo sospecha pueda dar lecciones a nadie. Es muy grave lo que estamos viviendo nosotros. Con la estrategia del silencio, con ruedas de prensa sin preguntas, con mentiras capaces de enrojecer a un sargento de caballería, siguen al frente de la política española personas sospechosas de haber participado en tramas de corrupción y de haber recibido sobres con dinero negro.
También puede abordarse el asunto desde la perspectiva económica. Durante el mandato de Chávez se ha reducido la pobreza en Venezuela por encima del 20 %, según los datos más objetivos. Uno piensa que para eso debe servir la política en una democracia, para equilibrar la vida de la gente y hacer que los pobres sean menos pobres. España, como parte de Europa, vive una situación caracterizada por el asalto de los poderes financieros a la soberanía popular. Las instituciones políticas quedan inutilizadas y se someten a los ámbitos de decisión de intereses opacos que tienen que ver con las exigencias de los bancos y los especuladores. La acumulación elitista de la riqueza vuelve a ser la norma de conducta. Y dentro de este asalto especulador que sufre la democracia europea, España supone un caso extremo. La debilidad cívica que tejió la Transición y la permanencia de las élites económicas y sociales del franquismo han facilitado que en poco tiempo se liquiden muchas de las humildes conquistas conseguidas por la lucha obrera en sus batallas contra la dictadura. La población española se empobrece, baja el nivel de vida y suben los índices de miseria y de desnutrición infantil. ¿A quién le van a dar lecciones de democracia nuestros padres de la patria? La privatización de la sanidad, la justicia y la educación públicas no suponen una buena tarjeta de visita para dar consejos democráticos a nadie.
¿Y si hablamos de populismo? Es que puede opinar sobre el tema, y en nombre de la seriedad de la razón, un país gobernado por un presidente como el nuestro. Sin ningún tipo de pudor, ha llegado a declarar que el cumplimiento de su deber ha consistido en no cumplir sus promesas electorales. ¿Qué es entonces una campaña electoral? ¿Una convocatoria de arengas populistas, mentiras, argumentos demagógicos, promesas falsas y movilización de rencores? El horizonte de la política española se parece cada vez más a una tertulia de telebasura. Basta para comprobarlo con seguir las acusaciones y las amenazas del ministro de Economía. Como una verdulera del corazón, calla las bocas de sus críticos sugiriendo que los actores, los políticos, los medios del comunicación y los partidos se acuestan con el fraude fiscal. Y él –que todo lo sabe- no hace nada por perseguir a los defraudadores y acabar con el adulterio.
Si hablamos de memoria histórica, no hace falta tampoco entrar en muchos detalles. Mientras algunos países latinoamericanos, cumpliendo con el derecho internacional, suspendieron las leyes de punto final para investigar los crímenes y reparar a las víctimas de sus dictaduras, en España se ha expulsado de la carrera judicial al magistrado que quiso amparar a los familiares de los desaparecidos. Fue el mismo juez que cometió la imprudencia de querer investigar a fondo la corrupción. El rey de España, que en un arrebato borbónico mandó callar a Hugo Chávez, es un jefe de Estado que se formó en los brazos de Francisco Franco, que fue nombrado heredero por un dictador y que ha representado durante casi cuarenta años a su país sin pasar por las urnas. ¿Se imaginan a un lugarteniente de Hitler presidiendo en la actualidad al Estado alemán y mandando callar a un presidente elegido por sus ciudadanos?
El verdadero problema de los demócratas tiene hoy mucho más que ver con la situación institucional española y europea que con el populismo latinoamericano. Por eso da vergüenza ajena escuchar algunos comentarios. ¿Por qué no se callan?

El mercadillo de corruptolandia

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Elija a su PP

Qué vergüenza de gobierno y de partido. Y qué vergüenza de electorado. ¿Cómo se sentirán ahora los votantes de este bodrio impolitico? En la última manifestación en que participé, la de las mareas desesperadas, un manifestante, a mis espaldas iba comentando con otro: "Qué imbécil, qué gilipollas he sido durante tanto tiempo; cada vez que pienso en la de veces que voté a esta cuadrilla de sinvergüenzas, pensando que si ganaban unas elecciones todo iba a cambiar...vaya si ha cambiado...nunca hemos  estado peor y ellos llevándose la pasta de todos, en lo que les pagamos por representarnos y en lo que cobran de los chanchulleros y sus empresas beneficiadas. Qué gentuza!" Y un coro de voces al unísono y en escala le respondía: "La cárcel es poco para estos mangantes. Que el que más y el que menos les ha votado alguna vez." "Yo les voté porque soy de derechas de toda la vida, pero esto ni es derecha ni es na!" "Y hay quien dice que todos son iguales, pero no es verdad, esto no ha pasado nunca, ni con el caradura de Felipe González, por lo menos Barrionuevo, Roldán y el jefe de los corruptos de la policiía fueron al juzgado y a la cárcel, pero aquí no va ni Dios", "Bueno, es que ahora no hay ya ni sitio para meter a tanta chusma. Será por eso" "Maldita sea mi sombra, y yo ue nunca les había votado...y me dije, a lo mejor ahora todo cambia para bien", "para bien jodido, querrás decir" "Qué vergüenza y qué rabia sorda, qué asco de tíos!"

Este diáologo multivocero fue el acompañamiento que llevamos durante las tres horas que duró la manifestación. 

Creo que en este momento la oferta mejor del pp debería ser la de esfumarse; la de perderse en la nada, que es el lugar adecuado a su actividad hueca y sin rumbo. Ahora, cuando hasta sus fieles electores les desprecian y deprecian como saldos inservibles. Ni siquiera les queda un hueco en los chinos "todo a un "eulo". El pp es como Ulises perdido por los mares del caos, pero sin su talento, y con un Homero ciego, como Bárcenas, que le canta la  "Sobresea", con tonadillas de L a Pantoja y la calderilla de Julián muñoz. 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Especies protegidas... y maltratadas

Así define a "la mujer" la iglesia de Ciudad Real.


 

 Una vez más el surrealismo nos muestra su rostro resbaladizo. El rostro casposo "del piropo retrechero más castizo que la Calle de Alcalá", como cantaba Celia Gámez cuando yo era chica y la chulería del "Pichi", el chulo que castigaba a diestro y siniestro, saltaba desde la radio a la mesa camilla y al sillón de orejas, desde la permanente, los bigudíes y la primera plancha eléctrica, al tubo de "belladermis" que nuestras madres se ponían en las manos para que el invierno no se las dejase como salmonetes.Por aquellas fechas, también la mujer era "la obra perfecta de la creación". 
Así en bloque. A mogollón. La mujer. Una masa informe a disposición de todos "los Pichis" que castigan cuando, donde y como quieren. Me repatea el feminismo, lo mismo que el machismo; esos imperios reduplicados y alevosos del tópico que sólo saben y aspiran a clasificar seres humanos por la genitalidad, que han camuflado bajo el eufemismo de "género" como tratando de dejar la cosa en un plano gramatical, entre el caso y el número. "Género", es como decir clasificación de rebaño. Que además puede ser nominativo para describir, acusativo para penalizar, genitivo para controlar, dativo para chantajear y hablativo para reducirlo todo a la cháchara de siempre. Singular o plural, el número, o sea según se trate de un solo ejemplar de la especie o de varios; en tal tesitura se singulariza la manada en un genérico como la mujer . Que es como decir, la iglesia,  el estado, la revolución o la economía. O la gripe. O la crisis. 
El mejor modo de ningunear,alienar y maltratar es disolver a los seres humanos en un concepto genérico como los medicamentos o las marcas blancas. La mujer  no es nada. Sólo una abstracción sin contenido palpable ni tangible; un fundamento tópico. Y no digamos nada si además de vaciarlo en su esencia y despersonalizado, se le da un baño en purpurina misógina, es decir, ese barniz hipócrita con que se cubren los ecce homos del tópico hasta convertirlos en esperpentos dolorosos y lacerantes.
Si la iglesia de Ciudad Real intenta vender la cabra de que la mujer es "la obra perfecta de la creación", me gustaría saber por qué a esa "obra perfecta", cuando es pobre, está en el paro, tiene familia numarosa compuesta por padres y suegros enfermos y ancianos y un hijo oligofrénico, la pone de patitas en la calle porque no puede pagar el alquiler de una de las miles de viviendas propiedad de esa iglesia que no se ha gastado un solo duro en comprarlas y ni siquiera paga el IBI a los ayuntamientos. Para ser "la obra perfecta de la creación", el trato recibido es sacrílego. Practicamente como le hicieron a María de Nazareth a punto de dar a luz al "inspirador" de la farsa católica. Qué paradoja, ¿verdad? O los católicos paisanos de Ciudad Real con su obispadp al frente no saben lo que dicen o no saben lo que hacen.

Como mujer me gustaría mucho que nos dejasen de considerar "la obra perfecta de la creación" y simplemente se respetasen nuestros derechos. Y nuestra dignidad y nuestra libertad como seres individuales, cada uno con sus circunstancias y su historia. Sin juicios, sin exigencias ni estúpidas loas a algo que no se ccorresponde con la realidad de cada día. Y tan lejos de ser "perfecto" a la medida de tan torpes tasadores, incapaces de respetar ni siquera la ley fundamental de eso que llaman Dios y que tan lejos está de sus ridículos, reductivos y crueles discursos y prejuicios. El simple hecho de amar al prójimo como a uno mismo. Sin palabrería ni farsa. Desde el maestro que habita en el corazón y rige la inteligencia hasta convertirla en conciencia real. Ética, justa y compasiva. Sólo el amor reúne esas tres condiciones. Que por cierto, los súbditos del Vaticano, deben tener escondidas en cualquier ricón de su inmensa y tenebrosa sacristía.

martes, 5 de marzo de 2013

Alemania también pone las barbas a remojar, esperando al barbero...

Un saludo a todos desde Alemania. Hasta los padres y abuelos nos vemos amorosamente obligados a "emigrar" como temporeros  del cariño, si queremos ver a los seres queridos que han debido irse para poder seguir trabajando en otro  país menos asfixiado por la crisis. 
También aquí la crisis se manifiesta; parece que con más sutlileza y menos dramatismo que en la Eurozona "gipsi"; hay una tristeza en el aire, un cansancio...también aquí se han hecho recortes y los sueldos llevan años congelados. Pero esa tristeza es algo que desborda los cauces materiales. Es un desgaste de la esperanza, un abandono energético, que se nota en la limpieza menos cuidada de las calles, en el deterioro de las fachadas que no se pintan ni se reparan como se hacía en los años más prósperos. Sopla un estro desanimado y sin fuerza. Sin embargo la gente está contenta y animada, como siempre, al menos aparentemente; los más preocupados y cansados son los campesinos y los artesanos; los que están en contacto con las realidades más elementales. Los que tiran del carro y viven al día.Los que dependen de la climatología o de que les compren sus productos diariamente.
En realidad todos estamos afectados por el mismo tiempo y las mismas circunstancias, aunque en unos lugares sea más grave y en otros menos, por ahora...pero el espíritu humano es el mismo en todas partes. La humanidad es un organismo inmenso y las diferencias que nos parecen abismos son nimiedades insignificantes cuando un contagio como esta crisis nos demuestra lo frágiles, vulnerables y desconcertantemente enormes que somos. Que estamos en un momento global tan decisivo como la historia escrita no recuerda otro.
Sólo nos salvará la confianza esperanzada en nuestra buena voluntad y en los recursos humanos que seamos capaces de desarrollar, crear y compartir. Todos y todas. En esta historia no hay héroes "salvadores", porque o nos implicamos todos o no se salvará este presente y mucho menos el futuro, que es el presente de mañana. Sin olvidar que vejos remedios no curan males actuales, que viejas ideas no pueden solucionar los nuevos desafíos, que aplicar esquemas mentales del siglo XIX es inútil perjudicial en el XXI y mucho más si una sociedad sigue anclada en el medievo, con monarcas vividores a sus expensas, con validos omnipotentes y carentes de lucidez, gobernada por los mercaderes y los comerciantes en dineros y tecnologías al servicio de los dineros., comprando esclavos en las plazas bursátiles. Ya no sirve, aunque lo parezca. El mercadillo de este sistema está en la ruina. Que se soporte la precariedad con apreturas y recortes indecentes y desahucios crminales, no significa que las cosas vayan a mejorar para nadie. Sólo mejoraremos cambiando el  modo de entender nuestra relación con el medio y con el prójimo. Sólo así podremos reinventarnos.

Traducción simultánea

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http://blogs.elpais.com/la-voz-de-inaki/2013/03/traduccion-simultanea.html

sábado, 2 de marzo de 2013


por Luis García Montero
28 feb 2013

Cada cual interpreta la realidad según sus preocupaciones y sus necesidades. Pero conviene que la meditación no se quede en la superficie, porque la actualidad es un espectáculo de síntomas fugaces que tienden a ocultar con su ruido el origen de los males. Por ejemplo, una gran parte de la minoritaria prensa crítica está muy entretenida con las torpes explicaciones del PP sobre sus finanzas y su tesorero. La verdad es que no se puede hacer peor. Lo peligroso es que este ridículo sistemático de los portavoces del PP acabe ocultando y desviando la atención de lo verdaderamente grave: la deshonestidad del partido del Gobierno, las evidencias de que ha funcionado a través de dinero negro, venta de favores y reparto de los beneficios obtenidos por la corrupción. No olvidemos en la polémica el origen de todo: la corrupción sistemática es más grave que el desatino de los silencios y las explicaciones cercanas al chiste. Ocurre lo mismo con los problemas de gran calado. De la situación generalizada de crisis en la política española y europea, donde ocupa también su lugar importante la corrupción, conviene no olvidar una realidad decisiva: los poderes financieros no creen en la libertad. Esta advertencia resulta indispensable para saber de qué hablamos cuando nos referimos a la democracia.
El capitalismo ha cacareado mucho su fe en la libertad. Una y otra vez esgrimió la libertad de mercado, la libertad de prensa, la libertad de comprar y vender la fuerza de trabajo, la libertad política. Pues bien, el paisaje actual desmiente este cacareo. El mercado no es un equilibrio de intereses en libertad, sino un campo minado de presiones ocultas, chantajes, sobornos, paraísos fiscales, fraudes, estafas, corrupciones, violencia y opacidad. La prensa ha estallado como oficio independiente de información veraz y control del poder en nombre de la opinión pública. Hoy las noticias están al servicio de los gabinetes de prensa de los Gobiernos y de los intereses de los poderes financieros. No se puede hablar tampoco de libertad en el contrato de trabajo cuando se han dinamitado los derechos laborales y los empresarios tienen el poder de maltratar, despedir y explotar al factor humano de la economía productiva. La libertad política parece también una quimera cuando se ha liquidado la soberanía popular en favor de la decisión opaca y anónima de los especuladores.
Vivimos en un estado de servidumbre. Los síntomas de corrupción y pobreza apuntan a una democracia desahuciada y a un concepto de libertad que se identifica con la trampa y con la ley del más fuerte. Libertad minoritaria para explotar y condena mayoritaria para ser explotado.
Estar contra la corrupción supone en el fondo devolverle la honradez civil al concepto de libertad, ya sea económica, laboral, informativa o política. Y la honradez cívica sólo es posible cuando la libertad no se define con los impulsos del egoísmo individual, sino con la elaboración de un marco público de convivencia. La libertad democrática es el espacio jurídico y social que permite a los individuos realizarse personalmente en la convivencia justa. No olvidemos que la conciencia democrática nació cuando le fue reconocida a la libertad una indispensable dimensión social.
Los ideólogos del capitalismo utilizaron la deriva estalinista del socialismo en el siglo XX para enfrentar de un modo tajante los conceptos de libertad y sociedad. Se ha identificado de forma tramposa el pensamiento social con los campos de concentración y con la falta de libertad. Empezó a rodar así una paradoja. Todo lo público se ponía en sospecha, al mismo tiempo que se pactaban espacios de bienestar por miedo a que la pobreza abriera más procesos revolucionarios en Europa. Terminado el miedo, se refuerza hoy el discurso antisocial de la libertad y se cancelan los espacios de bienestar propios de la socialdemocracia europea y de la Transición española.
Debemos de aprovechar ahora el espectáculo de corrupción, usura, crueldad y mentira para romper esta inercia y reivindicar la dimensión social de la palabra libertad. La democracia justa supone una política no esclavizada por los poderes financieros, consciente de su capacidad para dictar leyes de convivencia que regulen la economía, dignifiquen las relaciones laborales y aseguren una prensa en libertad.
La cuestión cultural más importante de nuestros días es la batalla democrática por la palabra libertad.

Hessel

EL PAÍS