martes, 18 de septiembre de 2012

SU "MALESTAD" NO TIENE QUIEN LE LEA


Nota aclaratoria.
Quiero reivindicar el párrafo de este artículo que ha sido suprimido por "alguien". Ese párrafo aludía al origen chapuza de la monarquía española y a la condición de trono de alquiler al que España se vio obligada al entregarse, sí o sí, a los Borbones para terminar el genocidio de la guerra de Sucesión entre las dos casas de Austria y de Francia, que a los españoles les importaban exactamente igual que ahora. O sea, nada. Era cosa de la oligarquía y de la "nobleza" tan poco noble que hemos soportado durante siglos. Y añadía a esa condición de alquilados que seguimos sufriendo, que tal circunstancia se ha convertido en lucro, tanto para la dinastía reinante (¿dónde ponemos a la infanta, a su Urdangarín y al "consejo" real de trasladar el negocio a las colonias de ultramar en vez de aconsejar la devolución de lo robado bajo las siglas griegas de Noos y Areté, (conocimiento y virtud) para más cínico recochineo?). Y además añadía también el lucro y prebendas de quienes se amparan en este régimen para medrar y por eso no dicen nada de la situación. Con eso me refería a la mayor parte de la clase política, que es cómplice de este abuso de la historia reciente. O sea, de las ataduras bien atadas del dictador Franco, entre las que brilla especialmente esta monarquía sui generis.  No aprobada en referendum democrático sino por el mejunje de la "ley orgánica" de su inventor.
Lamento que estas palabras, que sólo muestran lo que hay, molesten tanto y que la indecencia que deuncian moleste tan poco. Y que es una pena dedicar tiempo a suprimir y censurar ideas y palabras molestas para el ego imperial y corrupto, en vez de consagrarse a suprimir canalladas, oligarcadas injustas, maldades disfrazadas de constitucionalidad, chanchullos indecentes, hipocresías múltipes y ridículas, que no tapan nada y hechos descaradamente delictivos que convierten a la clase dirigente española en el hazmerreir y en el estupor indignado de la UE. Un kit entre canallesca, lumpen trepa y burdel político, parejo e idéntico a la lacra del berlusconismo italiano, gracias a Dios y al presidente  Napolitano, puesto en el trastero de la vergüenza. Algo que el Jefe del Estado español no puede hacer porque sería su fin como rey. Y por eso no lo hace. Perdería el chollo y la simbiosis sostenedora.

Si borran estas palabras u otras parecidas, no conseguirán con eso que el sentimiento y la experiencia de casi cuatro décadas soportando la comedia dinástica no exista, ni se vea ni se comente. Aquí sólo se hace un breve resumen y muy por encima de lo que los ciudadanos piensan y dicen. Si las majestades , principalidades, peperidades e incluso socialistidades, salieran a la calle y convivieran un poco con los ciudadanos no se escandalizarían por leer estas cosas tan obvias. O quizás, simplemente, no las harían.

Menos censurar y más honestidad. Quien censura y esconde la mano que recorta, es porque se da por aludido y no tiene el valor de abandonar una misión que no sabe, no quiere o no puede cumplir. Cosa que los ciudadanos que lo subvencionan no tienen porqué seguir subvencionando. Hay un tiempo para ocupar cargos y otro para dejar de ocuparlos. Y la sabiduría consiste en darse cuenta de cuando hay que hacer una cosa o la otra, en vez de censurar a quienes advierten de  que ya se les ha pasado el arroz.

Renota aclaratoria.
Milagrosamente el párrafo missing acaba de aparecer reintegrado al conjunto. Se agradece. Pero no voy a borrar el "cuerpo del delito"; lo dejo como testimonio del evento . Más que nada para que no se nos olvide lo importante que es la coherencia. El respeto a la libre opinión sin ánimo de ofensa, aunque se use la ironía y la hipérbole en la denuncia como lo hacían los juglares en las plazas y los bufones en los palacios en el pasado. Con la claridad y la buena intención de los ciudadanos libres. Para invitar a pensar y revisar, a unos y a otros. Y ejercer el derecho que tenemos a ser respetados cuando denunciamos la injusticia y la arbitrariedad, usando el deber ciudadano de participar en el funcionamiento del propio país, aunque sea opinando, no para hacer críticas por deporte o rabietas personales, sino para poner sobre el tapete lo que no funciona, lo que es necesario y aportar ideas y formas de arreglarlo, confiando en que la inteligencia y la buena voluntad son energías mucho más sutiles y eficaces que el odio, la pataleta, los asaltos, la venganza, la violencia, la crueldad y el abuso de poder. El lenguaje es la prerrogativa del hombre que lo distingue de la bestia. Gracias, a quien corresponda, por la restitución del párrafo al post. Es un detalle inteligente y propio de quien reflexiona y mejora. Gracias. Pero la próxima vez que haya un disenso, quizá sería mucho más interesante escribir un comentario y dialogar,¿no? Pues ahí queda el puente tendido, por si se repite el caso.


El Rey a los independentistas:
“No es momento de quimeras”

El jefe del Estado, en un mensaje claro y contundente publicado en la web de la Casa del Rey, apela al espíritu de la Transición para superar la actual crisis política, social y económica


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Lo siento, señor Rey, su malestad llega tarde a la cita con sus deberes escolares. Será porque los recortes no se lo han permitido, a lo mejor. Aunque mirando a  lo peor,  es verdad que usted lleva sin dar golpe la tira de años, aunque los lleva recibiendo a mansalva en sus aventuras particulares y a cargo del erario público. Ni siquiera la crisis, ni el desfalco económico y moral perpetrado por sus amiguetes bidelbergeros contra la patria de alquiler que su dinastía viene regentando con tanto beneficio lucrativo, propio y familiar, ha conseguido que usted diga ni pío, excepto ese refunfuñe a regañadientes, que le obligaron a farfullar para pedir unas disculpas,  que ya nos traen al fresco, después de su episodio con el elefante y la dama de compañía, por las sabanas de África en plena debacle del Estado, de la economía, de un gobierno botarate y de un pisoteo absoluto de los derechos ciudadanos y contribuyentes, en especial a la bonanza monetaria de usted y los suyos. 
Mucho nos tememos que su mensaje apócrifo no sirva nada más que de titular insólito en la prensa. Insólito porque usted no suele dirigirse a ni pensar en nadie que sobrepase las verjas de la Zarzuela, su palacete tan musical como "Agua, azucarillos y aguardiente". Todo lo más, en el coto de caza de Botswana o en las pistas de esquí. 
No sabemos si su web de emergencia y su carta llena de los tópicos habituales se ha debido a una idea suya o tal vez haya sido idea de los que con el descrédito in crescendo de su triste figura pública, se temen el fin de sus propios chollos personales y de su futuro al amparo del águila imperial y las columnas de Hércules flotando en rojo y gualda. Sea como sea, nos da lo mismo, monsigneur -permítame el saludo reverente que merece ese origen francés del que su antepasado Felipe V nunca debió salir para apoderarse de un trono que le importaba lo mismo que a usted- o sea un rábano. 
Lo suyo hace ya tiempo que canta por soleares y ni vence ni convence a nadie. Puede usted perder el tiempo en hacerse publicidad pensando que una foto bien hecha y palabras moderadas y sonando a lo de siempre - o se a a falso- le van a devolver los oropeles impecables de una opinión pública que ya no tiene nada que ver con la de hace 35 años. Ni la cibernética ni el maquillaje mediático pueden empañar ni por un instante la realidad que usted se ha encargado de modelar y ponernos delante. Su indiferencia absoluta ante las dificultades de este país que no es el suyo, por cierto, siendo de ascendencia francesa e inglesa y habiendo nacido en Italia y educado entre Portugal y el Pardo, que es como decir, entre Portugal y Marte. O sea lejísimos de nuestra idiosincrasia, de nuestra cultura, de nuestras raíces. De nuestras carencias y necesidades de crecer y evolucionar. Y ya no cuela, don malestad. Usted se resiste a comprender, como los viejos actores y actrices, descoloridos y ajados, intentan ponerse coloretes y siliconas, implantes y tintes capilares y maquillaje sobrepasado, para ver si les siguen ofreciendo papeles de héroes treintañeros o de protagonistas jovenzuelas. Por mucha prótesis que le ponga al andamiaje de su reinado, don Juancar, ya no es tiempo de filigranas y arreglitos. 

Lo más sensato sería abdicar, como Esperanza Aguirre, por motivos personales, a ver si su chico da mejores resultados hasta el momento en que por lógica natural, la Constitución se haga eco de la realidad que pretende organizar y defina a España como lo que la mayoría de españoles con dos dedos de frente y hartos de tanto abuso, ansían y añoran, es decir, como  República Democrática Española, estado laico, aconfesional, plural y unido por la justicia, la libertad, la transparencia, la ética y la decencia. Cualidades que en el vocabulario de las monarquías no son nada frecuentes. Para empezar es imposible ser un reino y ser demócratico, si al Jefe del Estado lo imponen por narices las leyes de Mendel subidas al burro de una tradición absurda y obsoleta a estas alturas de la Historia. Usted tuvo su momento, su tiempo, en el que pudo haber cambiado y dar un giro a su destino, tal vez. Pero no lo hizo. Y ya es tarde. Tardísimo, don malestad, para  andar vanamente  a la recherche dû temps perdu sin tener la mano literaria de Marcel Proust. Abdicar no es tan malo como parece . Tiene muchas ventajas. Sobre todo una: dejar un recuerdo digno y no actuar igual que el dictador precedente, su padrino, como un faraón decrépito al que todos querían enterrar excepto las pirañas que vivían a su costa, exhibiendo la decrepitud y la última enfermedad como espectáculo y "razón de estado" que firme cada día "el equipo médico habitual". 
Para irse es mejor el recato y mucho más elegante, la discreción y la sabiduría austera del silencio. Como Carlos V en Yuste  a partir de 1556. 
Pero, claro, Carlos V era un Austria. No un Borbón de última hornada como usted, que del pudor y el oficio sacrificado de  su bisabuela austriaca, Maria Cristina, no ha heredado nada de nada. Y ya conocemos, por desgracia, el curriculum de su genética más abundante. Por eso, esa carta de hoy no sorprende a nadie.
Simplemente a usted y a su entorno lo único que les pone los pelos como escarpias no es ni los parados a  espuertas, ni los discapaces dejados de la mano de la Ley de Dependencia, ni los niños con el tupperware ni la corrupción a tutiplén, ni las mangancias de los bancos fraudulentos, ni la incapacidad de este gobierno para gestionar un tiempo terrible que él mismo está tramitando, ni la falta de valores ni de imperativos éticos, algo que en su discurso produce tanta risa como indignación, sino que los ciudadanos decidan en masa independizarse de usted y de su parentela dinástica, ante las amenazantes proclamaciones  de independencia de catalanes hasta la barretina y de vascos hasta la txapela, como siga la racha, y haya que sacar a referendum la Constitución, que es el sueño dorado de la inmensa mayoría de los españoles. Y eso es el único fondo de tanta forma. Su miedo a tener que decir adios a Botswana de un modo tan poco lucido. 
Cuando se le acabe la bicoca dinástica y engañabobos, no crea usted que será porque España se haya vuelto antimonárquica. No. Eso ya lo fue y lo es desde 1931. Será simplemente el karma. La venganza póstuma del elefante.


TERCERA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA ESPAÑOLA, YA!

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