domingo, 30 de septiembre de 2012

NO ES LO MISMO LEGAL, QUE LEGÍTIMO Y LÍCITO



Estos días revueltos, donde la inutilidad del gobierno está siendo contestada masivamente por la saturación social, se han llenado de la palabra "ilegalidad"por parte de los políticos más arcaicos y regentes del orden público, afines a un idéntico concepto momificador de las leyes.
Toda manifestación sin permisos oportunos es ilegal, según lo legislado. Y todo manifestante a su aire incumple lo legislado. A grosso modo es así, si sólo nos atenemos a la letra. 
El dilema se presenta cuando las leyes justas están aplicadas por criterios injustos que no están al servicio del bien común sino al servicio de una minoría interesada en mantener un régimen injusto que beneficia intereses de partido y/o mercantiles y personales. 

Aquí se presenta un problema ético que nos obliga a distinguir entre lo "legal", lo "legítimo" y lo "lícito". Tres matices que frecuentemente se confunden entre sí. Lo legal atañe al cumplimiento taxativo y muy concreto de una norma convertida en ley. Lo legítimo hace referencia al consenso general de una mayoría que coincide en reivindicar algo, basado en el derecho y en ley natural. Lo lícito atañe al valor moral y ético de las leyes y las conductas. Puede aprobarse e imponerse una ley ilícita e ilegítima por poderes legales pero moralmente reproblables. Por ejemplo las leyes promulgadas en las dictaduras genocidas y regímenes totalitarios. O, como es el caso actual de España, se puede colocar la legalidad literal de las leyes al servicio de un poder moralmente ilícito e ilegítimo, o sea, perjudicial, por encima  del bien común de los ciudadanos y sin consenso social alguno. 
En este punto se puede objetar que el actual gobierno es legal porque lo ha elegido en las urnas una mayoría absoluta, es cierto. Pero ¿es lícito obedecer a un gobierno votado  masivamente en las urnas por una mayoría que ha sido engañada cínicamente y estafada por completo con alevosía y curriculum autonómico más que demostrados, a base de prometer todo lo contrario de lo que se está haciendo, como está demostrado desde el primer día que este gobierno llegó al ejecutivo con una mayoría aplastante en el legislativo? Ese gobierno, traicionando a sus votantes se ha convertido en ilegítimo, por mucha legalidad que proclame. La prueba de su ilegitimidad es que debe usar la violencia para demostrar que tiene el control material aunque haya perdido la legitimidad y el norte político. 
¿Es lícito obedecer legalmente lo ílicito y lo ilegítimo? Ahí tiene que responder nuestra conciencia, no sólo nuestra indignación puntual. La legalidad es el contenido de la ley, pero una ley aplicada con prevaricación y cohecho pierde su valor moral y se convierte en ilícita éticamente e ilegítima socialmente, puesto que la sociedad entera la rechaza por injusta e inmoral. 

La prevaricación y el cohecho son delitos en los que incurren los cargos públicos cuando aprovechan las leyes que manejan y el poder que detentan para sacar beneficios, ya sean personales o para su clan partidista. Endiosando su idea particular, lesionando derechos y perjudicando el bien común para facilitar el bien privado. Por lo tanto, teniendo en cuenta lo que lleva haciendo el pp desde noviembre pasado, es más que evidente su ilicitud moral, su ilegitimidad ética y social, por mucha legalidad que cacaree y reclame. Una ley escrita sólo sobre papel y vulnerada en la práctica en materia moral, se convierte en un instrumento ilegítimo para cometer delitos como la prevaricación y el cohecho, con el agravante de la intimidación y el abuso de poder que se hace, obligando a las fuerzas de seguridad a a defender un poder ilícito e ilegítimo, a ir contra los propios ciudadanos indiscriminadamente, sólo porque reclaman la libertad de aproximarse a un edificio público para ser atendidos y escuchados, justamente, porque a pesar de su paciencia y respeto por las leyes, no sólo no han sido escuchados ni recibidos ni atendidos, es que se les está perjudicando gravísimamente en derechos y prioridades básicas usando sus impuestos para malversarlos en beneficios ajenos al interés público, como son deudas externas adquiridas para ser invertidas en negocios y asuntos que nada tienen que ver con el gasto social del país.
A los diputados y senadores no se les hace expediente de regulación de empleo, ni se les multa por absentismo laboral, ni se les exige asistencia obligatoria si no hay votaciones (¿cómo y qué votar si no se ha participado en ningún debate previo?), ni se les rebajan privilegios que cuestan millones a la ciudadanía. Todo ese entramado de delincuencia moral, inoperancia ética y agravio comparativo está permitido y aprobado por imperativo legal. Aunque es  un atropello ilícito e ilegítimo. Y una perversión del derecho natural.

Es más que evidente que la violencia es la manifestación última de la injusticia. Es una reacción reprobable e indeseable. Que no aporta jamás beneficio alguno y cuyas secuelas son el odio, el rechazo y la intolerancia. Y hay que saber que la violencia no es sólo física. Es necesario saber que la violencia es también psíquica, moral, mediática, parlamentaria, judicial, ejecutiva y religiosa. Institucional. Que violencia es también robar a los pobres para dar el botín a los evasores fiscales. Que violencia es hacer que se desgraven  pérdidas en la ruleta de un casino y hacer que los medicamentos de los enfermos crónicos, de los pensionistas de trescientos euros al mes, o los recortes en comedores escolares, ayudas en los libros o en las becas, subvencionen a los ludópatas. Violencia es que un jefe de estado, en medio de una crisis infernal, se vaya de cacería a Sudáfrica y haya que ponerle un avión de regreso y un equipo médico para atender un accidente no laboral sino festivo, pagado por el erario público, a su disposición, cuando a los pobres se les quiere cobrar la atención en urgencias. Violencia es que los individuos que hacen quebrar un banco, arruinan a los pequeños ahorradores y desahucian a las familias más modestas dejándolas en la calle materialmente, se vayan de rositas legales, ilícitas e ilegítimas, y con una millonada de euros como recompensa por la faena bien hecha. Euros que proceden de los "préstamos" de la deuda externa, que deberán pagar los que están sufriendo el resultado de la gestión indecente del agraciado desgraciador bancario. Un rompecabezas del abuso y del cinismo.
Violencia es que en mitad de una plaga de incendios sin  socorro alguno, "por falta de presupuesto",el presidente del gobierno se gaste un pastón en un viaje a Ucrania para ver un partido de fútbol. Violencia son los sueldos de Cospedal mientras liquida la escuela y la sanidad de Castilla la Mancha. Violencia es que  el juez Garzón no pueda ejercer porque así lo han decretado los mismos que han sentenciado la inocencia de Camps y han dejado libre bajo fianza a Correa el capo de la gürtel. Violencia es que todos los pobres que se iban a ayudar mediante las ONGs valencianas se hayan quedado sin la ayuda porque el conseller Blasco se ha gastado los fondos en comprar dos mil viviendas para enriquecerse personalmente. Violencia es que los inmigrantes sin papeles se mueran como perros sin atención médica porque Fabra ha tenido el capricho de hacerse con los fondos públicos un aeropuerto presidido con su estatua, sin aviones ni utilidad alguna. Violencia es que el yerno y la hija del Jefe del Estado se pongan las botas millonarias porque un Camps y un Matas les han dado pasta por un tubo para que se compren un chalet de 5.000.000 de € en unas donaciones para proyectos "sin ánimo de lucro" o más bien sinónimo de lucro. Violencia es tener como Presidente del Tribunal Supremo a un enfermo psicoemotivo y sin valores cívicos, que se sabe las leyes de memoria y las incumple por sistema, sin ser consciente de lo que hace.
Todo eso es violencia moral y convivencial, son malos tratos prepotentes y crueles, carencia absoluta de ética y ello por sí mismo desautoriza moralmente e invalida cualquier ley impuesta y promulgada para protección y beneficio de una oligarquía delictiva, que ni siquiera tiene formación humana necesaria para distinguir lo legal de lo ilícito y de lo ilegítimo. Lo moralmente reprobable de la ética imprescindible, no ya para gobernar, sino simplemente para no delinquir como individuos. 

El gobierno, el congreso y el senado, la jefatura del estado, partidos, sindicatos y el poder judicial deberían en este momento replantearse con absoluta urgencia, no un problema de orden público, ni de unidad territorial, ni de eurocrisis, sino su propia trayectoria, su valor real para los españoles, la licitud y la legitimidad de una "legalidad" tan precaria que ha dejado de ser respetable para todos los ciudadanos. También para los que no se manifiestan, señor Rajoy. Este estado de la nación merece, además de un debate urgente, la disolución de las cortes y un referendum para cambiar la Constitución, la ley electoral diseñar el nuevo régimen territorial y administrativo que ponga fin al caos mafioso y económico de las taifas autonómicas convirtiéndolas en una federación de regiones y nacionalidades, responsable y solidaria; una reforma constitucional que ponga en claro y en su lugar las competencias y obligaciones del Jefe del Estado suprimiendo la absurda concesión de irresponsabilidad que ahora ostenta el rey actual, diseñar con urgencia una nueva fiscalidad estatal. Reformar y corregir las leyes que permiten ser manipuladas a gusto del prevaricador de turno en el poder y defenestrar por "prevaricación" y defecto de forma, a cualquier magistrado que investigue la corrupción del Estado.
Es preciso una rendida de cuentas, una asunción de responsabilidades. Dimisiones imprescindibles. Pedir perdón y cambiar la trayectoria. Y un borrón y cuenta nueva hecho en paz, en verdad y en justicia. 
España debe hacer ya la transición real que todas las señorías están taponando porque se han habituado a la ganancia de los pescadores en el río revuelto de la confusión institucional que es la única "ley" que gobierna nuestro país. Desde La Zarzuela, hasta el último bedel de la administración.

P.D.
A pesar de lo escrito en este post, sigo pensando que no está nada claro el origen del 25-S. O que quizás esté lo suficientemente claro para quien quiera o pueda ver un poco más allá de lo aparente. Es obvio que la vanguardia atacante de la concentración estaba invadida de "compañeros" encapuchados de los coches zeta y los furgones antidisturbios, especialistas en derribar la vallas animando el follón.
Es bastante raro y enfermizo que los ciudadanos acudan a manifestarse con los bolsillos llenos de piedras para  lapidar a la policía y digo esto porque en las inmediaciones del Congreso no hay un suelo adecuado donde recoger las piedras  que por arte de birlibirloque atacaban a los polis.
Pero salvando negruras, provocaciones postizas o apaños ultras para hacer el caldo gordo al poder, ha pasado lo mismo que en el 15-M. La brutalidad de la represión ha movido aún más la conciencia ciudadana y está dejando por los suelos al gobierno, que seguramente, con esta convocatoria  pretendía apabullar a los "violentos" de atrezzo, experimentar detenciones con su nuevo tratamiento schock y ejemplarizar con lo más bestia de la exhibición policial. Esperaba con ello que la "mayoría " silenciosa de Rajoy se acojonase de una vez por todas y han conseguido, exactamente, lo contrario . Que si todavía quedaba algún español normal sin ganas de manifestarse o un poco apático frente a la desastrosa situación, haya cambiado de opinión visto lo visto. De las palizas a jubilados y la paranoia en la estación de Atocha a las condecoraciones de reconocimiento por parte de las autoridades(¡?)

Después de este espectáculo aberrante y lamentable de los poderes legislativo y ejecutivo, la poca esperanza que tenían los ciudadanos en la capacidad del pp para hacer algo que no sea el mastuerzo y se aproximase un poco al talento político para gobernar, se ha esfumado del todo. La autoridad no la da la policía en la puerta y parapetada tras unas vallas de contención irrisoria. No la da el espectáculo del miedo que hace al parlamento atrincherarse contra los ciudadanos que les han votado, tampoco la da el ordeno y mando al mal tuntún. La autoridad da el valor ético y justo de las decisiones democráticas. El respeto por los ciudadanos lesionados constantemente por un sistema atroz. La da la inteligencia y la habilidad social y política de los verdaderos servidores de la ciudadanía, que si lo fuesen, mañana lunes abrirían por consenso las puertas del Congreso, harían la propuesta de que, por grupos y ordenadamente y durante los días que fuesen necesarios, los ciudadanos con propuestas y recursos creativos y útiles, pudiesen entrar en el Parlamento y eligiendo un representante por grupo de X nº de personas, pudiesen manifestar sus razones y sus propuestas. Y una vez escuchadas, ese gobierno debería reconocer si puede o no solucionar lo que les piden sus mantenedores, los que han delegado en ellos. Y si no pueden hacerlo, dimitir limpiamente en pleno. Disolver las cortes y empezar la casa por los cimientos de una nueva Constitución y no seguir en el tejado frágil y sin cimientos.

Es una pena que el presidente  Suárez no esté disponible. Porque él sí lo habría hecho. Con la misma valentía y sentido de la historia con que liquidó su propio ministerio del "movimiento" en el gobierno Arias cuando comprendió que no tenía sentido mantener un anacronismo semejante.  Igual que  legalizó, siendo ya presidente del gobierno, el partido comunista para normalizar la vida democrática y dar voz y voto a todas las ideologías, y promulgó la ley del divorcio. Era un estadista de primera.  Sobre todo teniendo en cuenta de donde procedía. Sin embargo ahora sólo hay un vacío infinito de hombres de estado. Sólo hay malos empresarios vendidos al rating, al miedo irresponsable, a las exigencias irracionales y chantajistas del mercado y de los bancos afines; si al menos fuesen buenos empresarios no estaríamos en la ruina. Pero no es el caso. Son  unos negados. Lo mejor que se les ocurre, para paliar la crisis, y suponemos que recibir comisiones a cambio de la gestión, es aliarse con los mafiosos de los casinos y montar un remedo de Las Vegas en más cutre todavía de lo que ya son.
Ante tal ganado asnal de reflejos políticos, no es nada raro que el pobre Suárez haya perdido la memoria y que esté mejor acogido por el doctor Alzheimer que por una "clase"política envidiosa, zancadillera e impresentable. Torpe, sectaria, miserable y necia hasta rebosar.
Mejor que haya perdido la memoria y sólo le quede el reflejo de su alma de hombre de bien, y así no se dé cuenta de las hazañas oligofrénicas de unos gobernantes pésimos, que son las termitas demoledoras del estado de derecho y democracia. Un virus destructivo, mutante y tonto de solemnidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sol VALE LA PENA perder diez minutos y leer tus comentarios. Son todo verdades como puños! Gracias por dejar las cosas tan claras, a veces parece que no queda nadie ya capaz de alzar la voz y decir BASTA YA!

Sol Ruiz dijo...

Gracias, Raúl,por perder diez minutos de tu tiempo leeyendo en este rinconcillo que no se rinde.Si eso te ha animado a mantener encendida la luz y a ver que no estás solo ni loco cuando miras y ves lo que hay, ya ha valido la pena escribir. Gracias, de nuevo. Y que sigas en la línea, amigo.

Unknown dijo...

genial el post,a ver si la gente se anima a no perder el tiempo mirando programas basura y lee un poquito escritos como el tuyo. Grandes verdades... lo bueno es que yo lo he leído accidentalmente intentado buscarla diferencia entre legal, legítimo y lícito. Quésuerte he tenido!!!Gracias de parte de una catalana indepnedenista