martes, 25 de septiembre de 2012

LO QUE QUEDA DEL CISCO

Resaca apologética. Sólo eso. Un regusto a azufre y un rescoldo de neuronas patinantes, rebeldes sin gracia y a lo loco. Un ridículo parademocrático. Porque si la democracia tuviera que reivindicarse a base de asaltar congresos y supermercados, entre neofascistas y neovolcheviques conchabados contra una oligarquía policíaca, apaga y vámonos. Por ahí no hay nada que hacer y sí, mucho que arrasar inútilmente. Una democracia no se construye con "primaveras" ni árabes ni falangistas, diseñadas por la CIA y la mano talibán del pp más atávico, ronroneando por el campo freeky de las redes y las trampas sociales a diposición de las arengas convocantes del primer cretino al que se le ocurra pulsar un teclado y un ratón. 
Las revueltas "espontáneas" del rebaño y el terrorismo son las herramientas con que las dictaduras aran el terreno social de su siembra. Es una vieja fórmula: crea el caos y luego te presentas como salvador para erradicarlo con tus recetas mágicas. Ya estamos históricamente curados de espantos y sabemos que las rebeliones idiotas basadas en la realidad del descontento y la desesperación de los ciudadanos, pero sin canalizar con inteligencia ni ideas adecuadas, ni rumbo político en su aútentico significado de servicio púlico, sólo derivan en el aumento de la represión y en justificación irracional de la eliminación de las libertades y los derechos para proteger el "orden público" de la ciudadanía convertida en un campo de exterminio cívico. Un desastre cuya única vacuna disponible es recuperar las urnas y la Constitución. Y eso sólo se hace mediante el quorum, el referendum y elecciones libres con listas abiertas.

Los españoles necesitamos urgentemente revisar la Constitución. Decidir si queremos una sociedad libre de monarquías-fardo, de partidos a listas cerradas y de espaldas a la ciudadanía, si nos interesan autonomías, federalismo u otra fórmula administrativa que implique la desaparición de las taifas corruptas que hasta ahora han sido una ruina económica y unos pozos de corrupción fiscal iinsostenibles. Una lacra rapiñera y un sistema desigual de oportunidades, porque cuando un gobierno autonómico es secuestrado por una mafia "legal", como en Valencia por ejemplo, capaz de abducir con mentiras la opinión pública que es una forma de pucherazo "institucional", la ciudadanía no tiene recursos para sacudírsela de encima ni la Constitución tiene recetas que permitan desaforar y quitar la inmunidad a los delincuentes fiscales y políticos corruptos , cohecheros y prevaricadores, porque ni siquiera la separación de los tres pilares políticos: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, están separados ni funcionan con independencia como está establecido pero nunca cumplido. Una Constitución que está por debajo de las atribuciones de la Jefatura del Estado, es decir, a disposición de lo que al Rey se le tercie, ya que él mismo es irresponsable por decreto constitucional y nunca ha jurado  ni se ha comprometido a que la Carta Magna tenga prioridad sobre la corona. Es decir, constitucionalmente esto es una dictadura monárquica. Una aberración que nos impide tener una democracia real y no dinástica, que por el hecho de serlo, jamás puede ser democrática ni elegida por los ciudadanos.

 ¿Qué se hace cuando un rey sale tonto o demasiado listo y se corrompe hasta las cejas? ¿quién puede quitarle el poder si no hay nada por encima de su arbitrio? A un presidente de república si se corrompe se le puede juzgar y mandar a casa o a la cárcel, pero a un malestad vitalicio y hereditario no hay quien le quite el chollo, si el pueblo entero no se para, deja de producir beneficios y obliga a sus representantes a pasar factura y votos ante el susodicho oligarca consensuado con engaño y a la callanda por los mantenedores interesados de tal oligarquía, que para mantener el tinglado en marcha se inventarán revueltas populares que necesiten ser reprimidas para "proteger" el orden y la seguridad ciudadanos. Un callejón sin más salida que una ciudadanía mucho más cívica que los jerarcas. Con más ideas y mejor organización. Que se invente un sistema de independencia y de objeción fiscal cuando no es escuchada ni se cuenta con ella para gobernar el bien común. La desobediencia civil no consiste en plantarse delante de la policía para insultarla ni maldecir a los políticos. Consiste en inventar un nuevo sistema en el que el viejo no quepa. Es decir, nos quitan escuelas, sanidad, ayudas y trabajo, pues vamos a dejar de pagar impuestos y vamos a invertir nuestros recursos en asociarnos y crear trabajo, escuelas, sanidad y servicios. Empezamos por barrios y municipios pequeños, y acabaremos coordinando una cadena de solidaridad cívica en todo el país, que al mismo tiempo nos va educando y adecuando para mejorar cada día nuestro invento, al margen de un estado chapuza, que desaparecerá por sí mismo, porque se habrá quedado sin recursos ni sueldos vitalicios ni prebendas caciquiles. 

Los estados del siglo XXI deben estar al servicio de quienes los mantienen, no China fashion, para ser centros de poder a su bola y a la bola de los mercados; desmantelar derechos y democracia para crear esclavos no es una solución viable. Sobre todo porque a larga genera miseria y ruina hasta para los promotores del cuento chino, que acabarán por comerse su producción incomprable por falta de poder adquisitivo de los posibles compradores. Y tampoco es sostenible ecológicamente por el agotamiento y deterioro de recursos naturales y la destrucción del habitat y de las fuentes de energía.

El siglo XXI, por mera supervivencia, conseguirá un modelo de Estado de comunidades pequeñas y autosuficentes que se coordinan y ayudan entre sí, que no necesita bustos parlantes mantenidos, como esas señorías congresistas y senadoras que parecen las queridas de los ricachones decimonónicos, casados en sus pueblos con sus "santas" y pagando un piso en Madrid o Barcelona a la "circunstancia" de turno. Eso es lo que estamos sosteniendo entre todos, un montón de líos indeseables y marrulleros, moralmente impresentables y corrompibles, que nos lava la cara internacional y pseudemocrática, mientras nos arruina el bolsillo y nos pone al servicio de una mafia invisible de banqueros y bolseros que deciden nuestras leyes, fiscalidades y economías; eso es un vicio cómodo y destructivo de todo logro social que no podemos mantener por más tiempo.
Sólo queda una solución intermedia y de transición pacífica de un sistema al otro: reformar la Constitución y dar en ella paso a los comités de la ciudadanía participante en el Congreso con voz y voto. Con una función de control y arbitraje en las decisiones de los diputados. Ya es hora de que por España pasen la Ilustración y la democracia asamblearia, aunque sea con dos siglos de retraso y sin necesidad de masacrar a nadie con revoluciones ni guillotinas. Que no está el horno social para ese tipo de bollos como el skinhaed de ayer ante el Congreso y sus provocaciones virtuales para manipular la realidad del futuro con los métodos de la prehistoria. 

Más ideas, iniciativas, propuestas y realizaciones prácticas y menos grito histérico de freekies sin Norte, sin Sur ni Este ni Oeste. Como ánimas en pena, sin gloria ni futuro. Teledirigidos por el vacío y la nada.
Me gustaría ver alguna vez a los chicos rebeldes "tomacongresos" acompañando y frustrando desahucios cívicamente, con la ley en la mano, sin gritos ni estampidas, o cultivando huertos urbanos para ganarse el pan y mejorar la calidad de vida de todos. Pero eso no mola tanto como irse de marcha hasta las mil, levantarse al mediodía y vegetar enganchados al fbook, al washap y al twitter 24 horas ¿verdad?

Y ahora una pregunta para padres: ¿cómo es posible que si los chavales ya casi treintañeros y a la sopa boba porque no tienen trabajo ni oficio ni una sola obligación que cumplir, se puedan permitir irse de marcha cervecera y calimocha, o tener móviles y artilugios de última generación? ¿quién les permite tanta basura vital y tecnológica y tan poco discernimiento? ¿el sistema o villapapis?

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