miércoles, 12 de septiembre de 2012

LA PRAXIS DIARIA DEL SHOCK

La investigadora social y activista canadiense Naomi Klein hace cinco años publicó un estudio meticuloso basado en el planeta neoconservador-liberal que está siendo confundido constantemente, por la prensa adepta y los intereses re-creados del mercado y del trapicheo bursátil-bancario, con la realidad del planeta Tierra. Esta obra documental de crítica e investigación, se titula "La doctrina del shock". Y continúa la línea aguda de Chomsky, prolongando su visión más allá de los EEUU y su egocentrismo pandémico. Monstruoso.
Hoy, como casi cada día, la prensa nos sirve el menú de la barbarie. Es decir, la ración diaria de shock, que la plutocracia del mundo nos dedica cada jornada. Si no es la prima de riesgo por las nubes y la amenaza de la miseria como espada de Damocles sobre cualquier atisbo de democracia, es la ruina, el secuestro, las bombas, los crímenes, las aberraciones en cadeneta. En festón o en bordado a realce, en petit- point o al estilo Richelieu. El sistema está construido sobre la alarma y el desquiciamiento absoluto  de un tejido cada vez más enfermo y delirante. Que ya se ha convertido en "normalidad". El shock nuestro de cada día no falta en la mesa como postre o aperitivo. O plato fuerte. Hoy le ha tocado al embajador norteamericano en Libia. El Islam contra la Torá. La Biblia descuartizada por sus fieles seguidores. Los mismos que asesinaron a Jesucristo y con el tiempo coronaron su icono contrahecho como emperador del sacro-imperio de la devastación, de las cruzadas blasfemas, convirtiendo en "cristianismo" la incapacidad para entender un mensaje y una maestría existencial que nada tienen que ver con lo que se ha impuesto como credo fanático al servicio de los reyes del mundo, que esclavizan y deforman lo poco que queda del alma humana. Justamente, esos reyes, le asesinaron porque vino a decir que las religiones son un poder terrible contra el propio hombre que las inventa. Degradantes y bochornosas. 
Por ahí hay todavía teorías que defienden el politeísmo contra el monoteísmo del "libro"al ver que los "tres" derivados, judaísmo, cristianismo e islam, son la más cruel demostración cínica y fanática que existe en el catálogo de las religiones. Sin embargo la brutalidad, el primitivismo y la barbarie no son propias exactamente del monoteísmo ni del politeísmo. Porque en todos los "teísmos" cuecen habas y burradas. Inventarse dioses cuando uno no quiere trabajar consigo mismo y se dedica a maltratar, engañar y sacrificar al prójimo por fijaciones, manías e intereses, no es ningún síntoma de nada serio ni mucho menos, espiritual. Se trata simplemente de cerrazón consuetudinaria, religiosa, deportiva, política, económica, étnica o genérica, como todas las cerrazones variadas que amargan la existencia y envenenan las relaciones humanas. Justamente esas tres especialidades surrealistas, mucho más que a nada divino están vinculadas a la ambición temporal, a la expansión de una cultura propia que aplasta a las demás, a la demagogia pseudoespiritual.
Al negocio puro y duro. Tanto el "dios"de Moisés, como el Abba de Jesús de Nazareth, como Allah de Mahoma, quedan absolutamente al margen y eclipsados por lo que se ha derivado de su paso por el Planeta. Lo terrible ha sido divinizar el ego gentilicio, no la percepción determinada de un tipo de energía cósmica y humana, siempre benefactora,  que podría ser el empuje de la evolución y en vez de eso, se ha convertido en el pozo sin fondo que la está ahogando. En uno de los motores más activos en la aplicación práctica de la "doctrina del shock" que con tanto acierto define Naomi Klein. La religión como arma letal. Un recurso fantástico para que el fanatismo remate la faena que no ha podido rematar la OTAN en Libia, como ha rematado y liquidado Irak y en ello anda en Siria y en Afganistán. Es tan fácil inventarse y teledirigir un Al Qaeda...un Lee Harvrey Oswald...un 11-S  o un 11-M...O un asesino de Gandhi...un Hitler o un Stalin. Y es que lo más fácil es echar la culpa a "dios". A cualquier dios; dioses irrisorios que necesitan el mal para demostrar la "perfección" del bien. Y viceversa. Dioses horribles, ideados y formateados a imagen y semejanza de lo más retorcido, tenebroso y perverso de nuestra especie. 
Culpar a las ideas o a las devociones de los actos execrables que deciden cometer quienes las practican sin saber lo que hacen es tan infantil como culpar al agua de que llueva, a la suciedad de un cuerpo que no se lava, al polvo de acumularse cuando  no se limpia o acusar al fuego por los disparos de un rifle o a la anorexia de ser letal sin que haya un cuerpo y una mente empeñados en convocarla. Todo es bueno si el que lo utiliza lo es y todo es fatal si los usuarios de ese todo son desastrosos, negativos, crueles, idiotas o están locos mientras están convencidos de ser la creme dela creme. La aristocracia del mundo mundial. Simplemente porque su ambición y sus trucos de magia-mafia les han catapultado a puestos de mando para gobernar rebaños sumisos de individuos alienados y convertidos en masa amorfa, que les llenan devotamente la vanidad, la "importancia", los bolsillos y las cuentas bancarias con tesón inexplicable.

El negocio más brillante en este mundo es el shock. Porque, como dice Klein, mientras víctimas y espectadores se recuperan del impacto mental y emocional, los señores del poder criminal globalizado lanzan sus huestes mediáticas, militares y mercantlies, a la velocidad del rayo y en un abrir y cerrar de ojos, se han apoderado de aquello que consideran el objetivo y por el que han puesto en marcha, premeditadamente, el shock. Y el show que lo acompaña. 
Mientras los filósofos y pensadores se devanan las neuronas buscando el modo de que sus teorías triunfen sobre las demás, los capos del shock global se apoderan del hombre, cada vez más distraído en dimes y diretes, en fabricar hipótesis y fantasías mediáticas. En consumir mientras se consume a sí mismo. Y así la nada se va tragando pedazos de conciencia universal, que se apagan y renuncian a su propia evolución. Unos por fanatismo religioso, monoteísta o politeísta, otros por el fanatismo antirreligioso, otros por la adicción al poder, al tener, al oprimir, al engañar, al manipular, al aparentar... y todos ellos, por hacer un dogma infalible de su egolatría patológica. Por acabar convertidos en la caricatura patética de su "dios" particular.

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