sábado, 15 de septiembre de 2012

EL SIGLO SIN LUCES O LA DESILUSTRACIÓN

Reconozco que durante toda mi vida he mirado hacia el ayer sólo lo justo. Para estudiar la historia, compararla con la actualidad y alegrarme muchísimo por los avances del presente. Reconozco que siempre ha sido el futuro el tiempo verbal y creativo que más me entusiasmaba. El más fresco, limpio y prometedor. Hoy confieso que el futuro lo veo en tenguerengue (como decía mi padre para referirse a las cosas que se sostienen en vilo, en riesgo casi fatal, en el filo de la navaja, donde caminar es partirse por la mitad y pararse, caer en el abismo). Y no es producto de la edad, que ya es mucha, ni del pesimismo, que no encaja para nada con mi visión de la vida y del destino del hombre.
Por desgracia no es una visión subjetiva, sino una constatación de la evidencia que no se puede obviar, porque te asalta a cada instante como un tigre camuflado en la oscuridad de las mentes más obtusas. Y es muy natural que  ahora mire al pasado, pero no a cualquier pasado, sino a la Ilustración. Al Aufklärung de Schiller y de Goete  de Kant, Hegel y Fichte, a la Enciclopédie de D'Alembert, de Diderot, a la búsqueda de la inocencia perdida de Russeau, al pensamiento lúcido de Montesquieu y a la visión innovadora, lúcidamente "rebelde" y sabiamente agitadora, de Voltarie.  A la mirada de Newton. A la lucidez práctica de Jovellanos, a los gestores de la Constitución de los Estados Unidos y de tantas mentes libres, espléndidas, que eran capaces de sintetizar, con sus deficiencias y fallos de coherencia, que los tenían evidentemente, lo mejor de la especie en aquellos momentos de cambios radicales e imprescindibles. No es que añore la forma de vida, que tampoco es que fuese una bicoca, ni muchos de los resultados indeseables que se produjeron, solamente añoro la disposición vital, el optimismo y la energía, el valor de los seres humanos cuando despiertan a otros niveles más altos de conciencia.

Cada mañana leo titulares de prensa y alucino. Me parece irreal que a estas alturas la torpeza y la idiotez sean las diosas de la "inteligencia". Trato de buscar y encontrar el punto donde se perdió el oremus, la lógica, la imaginación,  la calidad, el sentido y la sensibilidad por los que clamaba Jane Austin, otra ilustrada magnífica del XVIII. Trato de descubrir donde se diluyó la sensatez verdadera y se sustituyó por la mediocridad y la ramplonería. Donde se empezó a descuartizar el alma de la humanidad y comenzó su camino de vuelta al Pleistoceno sin posibilidad de corregir el rumbo. El XX fue un siglo de imparables desequilibrios. La condensación de la locura que se plasmó primero en ideologías totalitarias, dictatoriales, demenciales y destroyers, y a continuación en la guerra profesional, como inversión y negocio globalizado, sostenido por el tráfico de drogas versus armas. Un antes y un después hacia la destrucción. 
Espeluzna comprobar quienes nos gobiernan con el voto de una inmensa mayoría que elige las cadenas porque le aterroriza el compromiso responsable de la libertad, a la que confunde con libertinaje y atrocidades. Desencuaderna cualquier atisbo de sensatez comprobar que un gobierno vaya como el caballo de Atila destrozando todos los logros cívicos como la igualdad de oportunidades, la justicia social, el empleo, los derechos adquiridos por toda una vida de trabajo y de esfuerzo, la asistencia gratuita a los más desprotegidos, el derecho a una escuela pública y gratuita, decente y responsable. Espanta las monstruosidades de quienes arrasan creyendo que están gobernando "como Dios manda" mientras se ciscan en la Justicia y aprueban leyes a su gusto y conveniencia, por encima de las sentencias del Poder Judicial y de la ética más elemental. Horroriza ver como nos gobierna un teatro de marionetas teledirigidas. Y en el suma y sigue, nos quedamos de estuco cuando vemos que la cosa es global. Que un cretino espontáneo detrás del "programa" de diseño desestabilizador, cuelga en You Tube una parida repulsiva y los "creyentes" ofendidos se enfangan en represalias terribles. Mientras You Tube que elimina videos insignificantes que molestan sus fundamentos e intereses propios,  afirma que mantiene ese videoinsulto en la red porque hay que defender la libertad de expresión, aunque esa patochada que se ampara en la libertad para hacer daño, monte la de San Quintín. Como el asesino  en serie del año pasado en Noruega, se amparó en su albedrío patológico para liquidar un campamento de muchachos inocentes. Que los poderes de Occidente mandan marines y armas en "defensa" de sus derechos, pero siguen instalados en Afganistán, en Libia, en Líbano, en Irak...en el petróleo y en los puntos estratégicos, pero lo suyo no es terrorismo, sino "democracia"a bombazos; que los "creyentes" se soliviantan todavía más y que poco importa que Allah, Yaveh y Dios Padre, quieran a todos por igual cuando sus devotos sólo saben odiarse,  insultarse, golpearse, maltratarse y asesinarse entre sí para ir al Paraíso como premio a su ira y a sus masacres en nombre propio y nada más. Disputarse territorios "sagrados" como si fuesen un botín de guerra y torturarse porque cada uno ve una zona distinta de la misma manifestación divina. Y entonces, como reacción en cadena, emerge el fanatismo antirreligioso descalificador de valores espirituales que confunde con valores religiosos y todo lo que le suene a virtuoso, a solidario, a decente, a compasivo y a bondadoso, se etiqueta de "religioso" y fanático.
Y el mundo se encoge de hombros, se enroca en su presente depredador y consumista, pasa de crecer, de desarrollarse hacia lo alto y lo profundo, porque lo confunde con las alucinaciones religiosas y sus locuras colectivas. Y no desciende a unos infiernos que no existen hasta que ese mismo mundo los inventa, les da forma y los propaga como una pandemia sin solución. 
Si este estado de cosas no estuviese detallado, punto por punto, en el libro de la Revelación de Juan de Patmos y el resultado no estuviese ya clarificado desde el notiempo, seguir en este planeta sería una locura. Hay que aprender a leerlo entre líneas y sin prejuicios ni fijaciones, para comprender que la esperanza y el amor son también física cuántica y por eso dependen de nosotros para manifestarse en cualquier plano que estemos. Y que ese recurso está a nuestra disposición si alcanzamos en nuestra conducta, en nuestro pensamiento y en nuestras emociones, la vibración necesaria para dar el salto de este nivel pésimo de locos a la serena percepción de la inmensidad real. 

Es básico aprender a convivir con el manicomio mientras estamos elaborando salud mental, emocional y física. Y aprender a trabajar con tiempo y espacio contemplados desde "fuera". No seguir a ningún "guru" salvador, sino escuchar el silencio íntimo del infinito que es pura bondad e inteligencia y habita el intelecto que respiramos y del que sólo basta tomar conciencia para que "prenda" y eche raíces en lo que ya es parte de la misma energía que se reconoce a sí misma. Que es en realidad de lo que estamos hechos y lo que vinieron a explicar esos humanos avanzados que aquí fueron considerados locos, revolucionarios, delincuentes desestabilizadores y visionarios peligrosos, porque empezaron a vivir al margen de un sistema erróneo y suicida a corto y a largo plazo, a denunciarlo y a dar las claves para reconocerlo y evitar ser sus cómplices. Lo peor y lo mejor de todo es que contagiaron una energía de cambio que el poder no puede controlar. La energía cuántica que funciona cuando la mente y el alma se ponen al servicio del Espíritu, por medio de la intención, no necesariamente religiosa, sino como absoluto fluído que impregna la creación y la modifica, como la luz del amor inteligente está presente hasta en lo imperceptible. 

Nos toca a nosotros, habitantes del futuro, diseñar el nuevo presente. Corregir la ruta. Y transformar las tinieblas en un nuevo día luminoso; todo lo que está sucediendo es la escisión final, la separación de caminos que ya se ha revelado necesaria e imparable para la supervivencia de la especie y del Planeta. Ahora hay que salir del "sistema" gobernado por el ego y el narcisismo patológico que ha secuestrado el alma y la mente y recuperarse como individuos solidarios, pues no se puede ser solidario sin ser primero individuo con libre albedrío y responsabilidad sobre el propio autoncontrol.

Mirar a los sabios y buscadores del siglo de las luces tiene que ser un impulso para ir más allá de lo que ellos lograron porque el tiempo es otro y las cualidades perceptivas de la conciencia humana se han multiplicado y variado con la evolución. Por eso el conflicto constante es como la fiebre en una infección: nos indica que hay un estado de enfermedad crónica que necesita sanar con medicinas que todavía no se han inventado. Y desde luego creer que una unión "sanitaria" basada en el dólar o en el euro va a ser la panacea y creer que hasta que el dinero y el mercado no sean los amos completos del hombre no habrá curación posible, es el peor y más letal de los tratamientos. 

De este estado de horror y decrepitud esclavizante no nos van a sacar la miseria ni la injusticia, ni la sumisión resignada, ni la rebeldía visceral, sino el cambio personale intransferible  de valores que nos abrirá las vías nuevas del futuro solidario. La ilustración de la conciencia. El Reino del alma. El Estado de los sentimientos que nos humanizan, que armonizan la mente y elevan el instinto a la categoría de la plenitud feliz. Que humanizan los números, la economía, los estados, las ideas, la política y la administración. Que dan sentido a todo lo que aprendemos, a todo lo que descubrimos y a todo lo que realizamos y compartimos. La vida real, sinestésica y cuántica, con todos sus colores, luz,  perfumes y músicas inimaginables, en vez de esta pantomima en blanco y negro. Sorda, muda y esperpéntica, como las primeras películas del cine. Una torpe caricatura de la Realidad.

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